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Delitos de odio

 

Los delitos de odio están aumentando. No es algo que tome de sorpresa a nadie. Hay quienes desconocen que esto que está pasando, que nos retrotrae a épocas oscuras y al ostracismo, no es más que el reflejo de una sociedad en la cual estamos fallando continuamente. Nos encontramos nadando en mares virtuales cargados de mensajes desgarradores, que proyectan ideas preconcebidas como reales e información vacía de rigor. Mares que parecían libres, determinados a erradicar la desconexión que teníamos mi generación y las siguientes, pero realmente era todo una ilusión. Se ha convertido en el Desierto del Gobi donde no tenemos brújula, cantimplora y tampoco esperanza. Sentimos como nuestro corazón es un lastre, como las lágrimas caen manchando la arena y como el sol del odio nos achicharra. 


Vivimos en un mundo donde se nos vendió que internet sería la salvación, no sólo para las empresas, porque podríamos conectarnos con cualquier persona del mundo, en cualquier momento, a tiempo real. No importaba si estabas en el bus, en el hospital, por el pasillo de un supermercado o en el borde de la piscina. Con la incursión de internet en la telefonía móvil, las tablet y numerosos adelantos en aparatos para conectarnos allí donde estemos, sin importar nada más que las baterías, se sospechaba que podríamos conversar, expresarnos, informarnos... Qué ilusos. Eso es como cuando nos dijeron que después del Covid saldríamos mejores, se reforzaría la sanidad pública, daríamos importancia a trabajos tan duros como ser personal de caja o de limpieza. Ilusión. Una ilusión más en mitad del desierto, un espejismo. 


Ese mundo donde "todo iba a ser maravilloso" nos encontramos chasqueando unas deportivas rojas en mitad de baldas amarillas. No vamos a volver atrás, a lo seguro, porque nos invitan a seguir. Tenemos una necesidad malsana de actualizar estados, de enviar correos electrónicos, de mandar audios de whatsapp, de mirar memes y reenviarlos. Internet no tiene unas reglas fijas, pero creíamos que sí. Que insultos, acoso, violencia extrema... se condenaría, que los protocolos de los grandes de las comunicaciones harían algo más que hacer que un robot, y no una persona, mirara un algoritmo y determinase si el mensaje era agresivo o no. 


Hemos fracasado como sociedad. La sociedad no es sólo un cúmulo de individuos, sino tiene cultura, valores... La cultura de la inmediatez, del individualismo, del triunfo por sí mismo sin los demás, y del "like" como contador de valor a como eres como persona, profesional... Vivimos en una cámara de eco que se está convirtiendo en cámara de gas de activistas y de colectivos, como el mío, donde nos hemos refugiado para expresarnos y vincularnos. 


 No hace mucho recuerdo estar sentado frente al ordenador y empezar a ver como el algoritmo de Facebook, Antiguo Twitter y otros lugares referenciados (y usados por todo el mundo como TikTok) me mostraban memes donde se burlaban de mi colectivo, donde humillaban a personas por el mero hecho de existir, y era como si yo lo hubiera alimentado cuando no. Me sentaba a ver como con cada actualización llegaba un mensaje de "animación" a perder la vida por ser trans, de burla a nuestras historias, de subir fotografías de personas que eran familiares nuestras o nosotras mismas... Denunciaba, como no, pero eso no ayudaba. Llegaban mensajes del sistema diciendo que no había visto como el Delito de Odio no lo veían, no había forma clara de apelar a que los borraran, etc... 


Y hablo de transfobia, pero también mensajes misóginos, racistas, capacitistas, etc... Todo. Páginas donde antes sólo subían imágenes de perros, historias tras museos o que hablaban de música se unían. Habían visto que el odio les daba visitas, las visitas like y compartido, y que no les importaba aprovechar apoyar esos mensajes porque les daban relevancia en las búsquedas y, como lo tienen monetizado, dinero. 


Igual en otros lugares. Los cuales, como bien saben, sus propios dueños alimentan algoritmos y dejan sin respuesta a la violencia por el mero hecho que no te aguanta su hija trans. Me deja el mensaje de "Como eres un rico miserable, sin nada positivo que ofrecer, que llegaste a donde estás gracias a minas de diamantes, aunque has vendido que saliste de la nada, nos tienes que hacer la vida un cuadro."

 

Las políticas que están desmembrando lo conseguido por el movimiento Blacks Live Matters, igual que otros como orgullos críticos, etc... en todo el mundo, pero sobre todo desde Estados Unidos como punto inicial junto a UK, están arrasando. Lugares de América del Sur, donde no se había conseguido mucho, se han unido para ser un lugar más violento. 

 

Teorías tan absurdas como que el agua deshidrata, que la tierra es plana... se han fusionado diciendo que las personas trans somos un invento moderno cuando hay constancia histórica desde tiempos de los griegos y romanos. Están intentando reescribir la historia, tener la "historia" del ganador. Me recuerda mucho a épocas tan tristes y dolorosas como las que vivimos en España y pare de Europa con el nazismo o el franquismo. De hecho, el sionismo están hablan de nazismo cuando se les recuerda que lo que está pasando en Gaza es genocidio y, para ir contra activistas LGTBIQA+ que apoyan los DDHH del pueblo palestino, están señalando y emitiendo odio hacia el colectivo, así como mensajes falsos, etc... 

 

No tenemos herramientas para combatir esto salvo unirnos, hacer comunidad desde lo local, para poder potenciar nuestras voces, fuerzas y verdad. Unirnos no sólo en internet, también fuera de este. Necesitamos contacto, pero no desde asociaciones que engordan el bolsillo de sus "líderes". Requerimos unirnos desde el tejido de los barrios por la dignidad humana, por los DDHH, y por un futuro menos sombrío. Eso que "viene el nazi" debemos dejar de decirlo, pues ya ha llegado. El fascismo está enamorando a la juventud que se ha viso huérfana, de información y de sensación de seguridad en este mundo convulso, y tenemos que explicar que esto no es así... que los DDHH es un pacto que no se puede romper. 

 

 

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