La oscuridad abrigaba sus pensamientos sumiéndolos en el extraño sosiego de su corazón. En el horizonte podía contemplar un futuro difuso, con inmensos matices tornasolados de posibles derrotas y victorias. Él sabía que si no se intenta es seguro que no se alcanza, pero quizá poniendo todas sus ansias podría acariciar, aunque tan sólo fuera acariciar, aquello que siempre ha ansiado. Las viejas venganzas que eran sombras alargadas esta mañana, y podía percibir como el filo de la navaja se clavaba entre sus costillas, a media tarde tan sólo eran cuervos picoteando cadáveres desposeídos de la verdad. La noche se había iniciado y todos los títeres se habían quedado colgados en el armario, aquello le hacía sentirse en calma. La oscuridad acariciaba sus mejillas secando sus lágrimas, ¿quién dijo que la noche puede ser terrorífica? A veces es cierto que la almohada te ayuda a reflexionar, aunque sea sin apenas dormir. Se marcharía a la guerra nada más el sol comenzara a calent