Llegó septiembre, pronto tendremos relatos y películas de terror por doquier. Sin embargo, algunas personas llevamos viviendo una película de terror desde hace más de cuatro años. Todo comenzó con algo muy habitual: una solicitud de amistad.
No me gusta hablar de experiencias que no son mías, por lo tanto he decidido contar lo que yo estoy viviendo. Aunque, por supuesto, añadiré aquello que me han contado a lo largo de los largos meses de este verano… donde todo ha vuelto como una pesadilla de la cual no podemos despertar.
Corría el año 2020 y yo prácticamente estaba terminando el primer curso de integración social, profesión que actualmente estoy ejerciendo con diversos colectivos. Mis estudios los comencé porque desde hacía mucho tiempo tenía grandes inquietudes y colaboraba, de forma muy activa, como activista en asociaciones trans, feministas y de otras índoles. Era una forma de abrir camino, de iniciarme en una profesión que me parecía más llamativa y acorde a mi personalidad, mis inquietudes y deseos de progresar. Así que estaba en un momento bastante intenso en redes sociales, estudios, etc. Me relacionaba muchísimo con personas LGTBIQA+ y empezaba a estar más vinculado sobre todo a mi colectivo… el trans. Así que cuando llegaban solicitudes de personas trans, sobre todo personas trans que se encontraban perdidas o se sentían solas, allí iba a intentar escucharlas para ofrecerles información y formación en el activismo o simplemente escuchar sus dudas, problemas o necesidades. A mí, en general, la vida me ha tratado bien a nivel familiar. Tal vez por eso cuando alguien que parecía tener problemas serios con su familia, sintiéndose aislada y denostada, se me encogió el alma y decidí “ayudarla” escuchándola. A veces la mejor ayuda es escuchar a otra persona para que descargue toda la rabia o dudas. Aunque no pude tener toda la relación que ella merecía, pues la encontraba demasiado intensa. Ella se hacía llamar Ale.
Ale era una mujer trans de más de 30 años, sacándome varios años, con una apariencia poco normativa y “deseable” según ella por aquellas fechas. Ella quería tener una apariencia más cisnormativa, más deseable en el sentido de “menos vulnerable a burlas y señalamientos”. No quería ser atractiva para tener pareja, sino amoldarse a lo que se supone que es “ser una mujer” sin plantearse que ya lo era. Podía mejorar su aspecto, es cierto, pero eso no le añadiría valor porque ya lo tenía. Es algo muy común en muchas personas trans que sufren acoso sistemático tanto en redes sociales como en la vida real. Yo empatizaba con ella en ese aspecto, pues la verdad, he vivido mucha violencia verbal e incluso física en clase (colegio, instituto, universidad…).
Pasado un tiempo me añadió una tal “Laura” en la vieja red social Twitter. Fue todo a causa de un malentendido que provocó una oleada de odio por parte de Contra Borrado de la Mujer a una niña de San Ildefonso porque creían que era una niña trans. Bueno, hacia ella y hacia su familia. Laura decía conocer a la familia, que era amiga íntima de su madre, y que le habían pedido que, si teníamos muestras de tweets llenos de burlas o insultos, le hiciéramos captura e incluso le enviáramos a ella los links para que los padres pudieran denunciar. Hasta ahí todo normal.
La intensidad de Laura me recordaba muchísimo a la de Ale. Una mujer que me comentaba todo, igual que Ale hacía en Facebook, y poco a poco me sentí agobiado. Poco antes de eliminar de amistad a Ale, porque la sentía incluso algo intrusiva cuando le respondía algo, vi fotografías de una supuesta novia suya, una mujer también trans, llamada Laura. Era la misma Laura. El mismo avatar que Laura tenía en twitter (aunque se notaba que en twitter le había metido filtros y edición para tener mayor cisnormatividad). Pensé que “dios las cría y ellas se juntan” y hasta ahí. Y juro que lo pensé porque me parecían muy intensas… ¿tal vez ganas de agradar y encajar? No lo sé. Es probable.
Poco a poco Laura se fue ganando fama acosando a hombres trans, personas no binarias, personas autistas, personas racializadas o simplemente feministas traninclusivas porque malinterpretaba todo. Cuando digo todo es todo. A un joven trans le insultó porque malinterpretó un tweet (donde el muchacho celebraba las hormonas) como una burla hacia el colectivo trans y lo acusó de falso trans. Estuvo amenazándolo y acosándolo varios días. Incluso con varias cuentas.
Pasó lo mismo con otras mujeres trans, poco normativas, a las cuales le decía que no parecían lo que eran y que debían “arreglarse” más. Incluso tenía un discurso bastante medicalista ya que decía que si no te hormonabas, no te hacías todas las cirugías,… no eras verdaderamente una persona trans. SPOILER: La mayoría de personas trans no tenemos todas las cirugías, algunas ni siquiera tienen una. Y no es porque no puedan, muchas son porque no quieren.
Recuerdo especialmente acoso a Elsa Ruíz (monologista, presentadora, youtuber, ilustradora y una grandísima mujer madre de varios conejos) y a su pareja GemMuay (la cual saltó a la fama al señalar plagios de Laura Etxeberría y bulos de terfas varias). Insistía que conocía a Elsa, que era amiga suya, pero que ahora se hacía “la diva”. Del amor al odio. Pronto empezó a insultarla, también a amenazar a toda persona que la defendía.
Ahí en el ruedo apareció Tolo, otro usuario conocido por el círculo terfido de twitter, Ulises y otras personas que intentaban pararle los pies. Yo ya me había enemistado y, por supuesto, para ella era el Diablo… Ella siempre tenía razón, el resto mentíamos y éramos violentos. Ella, que acosaba a menores en twitter y gente muy joven, diciéndole que no eran “verdaderos trans” y se ponía a insultar a quienes terminaban silenciándola o bloqueándola porque se sentían saturadas ante “tanta intensidad”.
Siempre me ha parecido una persona que necesitaba ayuda. He visto siempre a una persona con una salud mental debilitada, tal vez por pasar por las UTIG (esas horribles unidades de trastorno de identidad de género… toma titulito que tenían esos centros donde se nos torturaba obligándonos a ser Barbie y Ken) o por la vida que ha podido llevar. Entiendo que no siempre se alcanza las metas soñadas, pero hay que entender que ni las hormonas ni las cirugías obran milagros y no siempre la imagen mental que queremos proyectar se alcanza. Aún así somos personas totalmente válidas y debemos amarnos, ser amadas y liberarnos de todo el acoso sistemático que cae sobre nosotros como el Mundo sobre las espaldas de Atlas.
Mi cuenta de Facebook secundaria (la cual creé como soporte para guardar fotografías, vídeos de mis ponencias, etc) se vio afectada por denuncias masivas de Laura. Sé que ella me ha enviado a los Unga Army para que cierren mi cuenta de Twitter y no sólo en esta última ocasión, sino en muchas otras. Se ha creado perfiles falsos donde ha publicado información de mi cuenta de Facebook e Instagram, así como subir fotografías mías y tweets míos, tergiversando todo lo que digo e incluso creyendo que frases sueltas (donde incluso he citado personajes de mis cuentos y novelas) como cosas que he dicho a ella, a su persona, cuando nada tiene que ver. Ha llegado a decir que tengo VIH y lo quiero propagar, entre otras lindezas, hace unos años cuando hizo una cuenta únicamente para insultarme.
Actualmente no soy el más acosado del grupo, pero sí estoy viviendo con mucho estrés la situación. Ya son muchos años. Son demasiados años. He visto a grandes amistades mías, conocidas mías o gente que voy conociendo por el camino siendo insultada, difamada y expuesta. No sólo las ha llamado feas, sino que ha dejado entrever que cometen delitos de robo de identidad o ciberacoso… Cree la ladrona que todas somos iguales.
Aquí voy a dejar links a varios hilos donde se está exponiendo las multiples cuentas que se ha creado para acoso. Cuentas en las cuales es actriz, presentadora, informática, psicóloga, abogada, la hermana, la prima, su novio policía, agente de movilidad, hacker… Ya perdimos la cuenta, lo siento. Incluso hay robo de identidad o se ha hecho pasar por mujeres menores de 25 años, lo cual es bastante irrisorio ya que es una mujer de 42 años. Es una muestra que no se acepta, no quiere aceptarse, y no lo hará porque su salud mental pende de un hilo. Alguien que tenga una salud mental estable no hace este tipo de cosas, lo siento. Tal vez sueno capacitista, pero realmente todo esto surge de la desesperación porque no sólo es ella la que corre peligro. Muchas de las personas que hemos tenido su acoso estamos teniendo consecuencia a nivel de salud mental.
Esto no lo hago para hacerle daño, sino por si hay alguien que realmente la quiera y tenga cerca que haga algo. Por favor, hacer algo. Ella necesita que su salud mental se mejore y esto sólo son llamadas de atención. Realmente temo que haga algo de lo cual se pueda arrepentir (algo peor para su salud o la de cualquiera).
Laura tirando cuentas de gente trans Tweet que era contra los antivacunas y la gente que vende beber agua de mar como algo sano para beber. Lo cual es muy peligroso. Pues nada, lo denunció. Tiraron la cuenta porque ponía "lejía" y "cojea".
Comentarios
Publicar un comentario
Deja tu respetuoso comentario, duda o sugerencia.