Según la Real Academia de la Lengua Española, vamos La RAE, la definición de feminismo es «Doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres». Podríamos decir, por tanto, que es ofrecerle a la mujer la plena igualdad. No se busca que la mujer tenga mayores derechos, sino los mismos en equidad con los hombres que, hasta ese momento, ha disfrutado de ellos como si fueran un privilegio meramente masculino.
Por esta regla de tres toda mujer debería estar adscrita al feminismo, pues son las beneficiadas absolutas del movimiento. Sin embargo, no es así. Hay mujeres que no son feministas, que votan y suscriben palabras de partidos que desean abolir el movimiento. Por supuesto, las mujeres no son las únicas beneficiadas. Todas las personas, incluyendo los hombres, son beneficiados por la ruptura de estos privilegios que en, algunas ocasiones, se vuelven en su contra.
Los roles y estereotipos de género nos afecta a todas las personas. Nos coarta la libertad, nos hace sacrificar gustos o sentirnos inferiores o extraños por nuestros gustos, deseos o sentimientos.
El feminismo, el movimiento, no nació para todas las mujeres. No era la revolución de todas y cada una de las mujeres indiferentemente de su clase social, religión, región de nacimiento… No. Las mujeres burguesas se alzaron en defensa de poder votar al igual que sus parejas masculinas. Las sufragistas no eran mujeres de barrios obreros que se posicionaban en las trincheras para exigir, ferozmente, la igualdad de voto. Las mujeres de barrios obreros de esa época sufrían la desigualdad, y en muchísimas ocasiones, las humillaciones de otras mujeres que se consideraban superiores por su clase, su dinero y su educación. Sí, las mismas que exigían el voto.
Poco a poco, paso a paso, el feminismo fue convirtiéndose en un movimiento más interseccional. Se empezó a mirar hacia las mujeres de clase baja, las racializadas, las discapacitadas, las diversas en su tallaje, las diversas en orientación y finalmente en identidad. Por supuesto, por el camino se fueron añadiendo también los hombres. En los años del sufragismo apoyaban que pudieran votar, pero luego fueron aquellos que apoyaban que tuvieran los mismos derechos en el trabajo o en el hogar. Si bien, eran apoyo y no parte del movimiento. Algunos, claro está, necesitaban afán de protagonismo. Actualmente somos parte porque nos beneficia. No sólo los hombres trans, también los hombres cis y heterosexuales.
Los hombres cis heterosexuales tienen beneficio a la hora de expresar sus emociones sin sentirse menos hombres, de acceder a puestos de trabajo típicamente femeninos, disfrutar de su paternidad de forma más activa, etc.
Al igual que hay mujeres que se declaran abiertamente machistas, también las hay que dicen ser feministas pero tienen el concepto del feminismo anclado en la mentalidad de la sufragista. Cuestionan a otras mujeres por ser diversas en su genitalidad, pero también ponen en duda que otras mujeres lo sean por apoyarlas o porque sus rasgos, según ellas, coinciden con las de mujeres trans. Ni qué decir de lo que opinan de las personas trans no binarias o de nosotros los hombres trans, los cuales pueden vernos como hembras humanas sólo por nacer con vulva.
El sexo y el género son cosas distintas, pero tienen algo en común: no son binarios. Hay una amplia paleta de colores en el sexo y en el género. En el género hay incluso gente que no coincide con un género en sí, pero otras personas lo cuestionan al tener dualidad de género. En el sexo también. No por tener vulva tienes que tener los cromosomas que se esperan o el nivel hormonal que dicen que deberías. No es así. Pero la biología para estas mujeres quedó fijada en el siglo XV.
Los carnet de feministas se han empezado a repartir de nuevo, desde semanas antes del 8M. Están atacando sistemáticamente perfiles, con mayor saña, porque se acerca las fechas clave y quieren coaccionarnos para que no vayamos en las manifestaciones. Posiblemente en estas encontremos mensajes transfobos y que nada tienen que ver con el mensaje que hoy en día el feminismo posee.
Yo os invito a ir de frente, con vuestras compañeras feministas, luchando por un feminismo real. Las obreras, las racializadas, las migrantes, las discapacitadas… os apoyarán, las clasistas que se creen todopoderosas del feminismo no. Sin embargo, que no os engañen. En redes sociales pueden aparentar ser muchas, pero realmente en las calles son las menos.
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