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Las brujas de Pratchett

 


Hace algunos años un viejo amigo me insistía con un par de autores, los cuales según él me interesarían viendo mi pasión por los mundos de fantasía. Uno de ellos era George R. R. Martin y el otro Terry Pratchett. Pratchett me lo presentaba con su serie “Mundodisco” argumentando que amaría las descripciones y los chistes que podía encontrar en cada hoja. Hice caso y leí algunos libros. Mi economía no era muy boyante así que conseguía PDF’s o retirar algunos de bibliotecas de mi zona. Aún así no tenía demasiado tiempo para leer con pausa tantos libros, estudiar y cuidar a mi abuela en estado avanzado de demencia. Sin embargo, por las noches me acompañaba un buen libro o fotocopias. Admito que uno de los libros de Pratchett se convirtió en mi adoración y no era precisamente de “Mundodisco” sino “Good Omens”.


Leí el libro en PDF, aunque faltaban algunas partes. Me lamentaba en mi habitación no poder conseguir el libro en papel. No todo el mundo alcanza a poder pagarse sus “vicios”. Ahora sí, ahora tengo suficiente dinero para ello y consumo libros nuevos o de segunda mano con asiduidad. He dejado de sentir rabia por no poder leer por falta de dinero a no poder leer por falta absoluta de tiempo. Ya no puedo leer, aunque sea “pirata”, los dos libros al mes… Alcanzo a lo mejor uno y ruego por poder “releerlo” antes de seguir con otro.


Volviendo a Good Omens, una historia hecha por dos genios con un humor excelente y una visión de la vida bastante fresca, puedo decir que sonreí socarronamente hace años cuando observé que había guiños LGTBIQA+ cada pocas páginas. Y ahora me pienso explicar…


En primera… los ángeles no tienen sexo según estos autores. Ni los ángeles ni los demonios. Cuando descubrimos a Crowley y Aziraphale debatiendo sobre “lo que habían hecho” como demonio y ángel, respectivamente, ante el motivo de expulsión de Adán y Eva del paraíso vemos complicidad, una complicidad que se extenderá durante toda la narración. Además, en varios momentos del libro Crowley muestra género femenino siendo la cuidadora del “supuesto” Anticristo. Siempre es muy ambiguo, aunque cuando es de género masculino se ve con mucha menos pluma que Aziraphale.


En otro de los grandes momentos donde se describe a Aziraphale por Sargento Shadwell es de ser un remilgado, el cual incluso es tachado de “bujarrón”. Realmente Aziraphale aparenta ser el clásico inglés amante de los libros, con elevados modales y una perfecta sonrisa que grita “SOY HOMOSEXUAL” (muy al estilo England man in New York de Sting). Sin embargo, volvemos a lo mismo… no tienen sexo, no tienen género y, por lo tanto, su orientación sexual es difícil de definir. Aún así, dicho por los autores, está enamorado de Crowley.


Hay un momento muy cómico en el cual el ángel pierde su cuerpo, usurpando entonces el de la vecina de Shadwell (Madame Tracy) para poder comunicarse con Crowley y salvar, en contra de ambos bandos (cielo e infierno) la Tierra y a todos los seres que la habitan.


Sin embargo, el momentazo más icónico es cuando aparecen los extraterrestres, se aproximan a Newton (un descendiente de cazador de brujas que se lleva fatal con la tecnología) y ocurre el siguiente pedacito de diálogo:


–Buenas, señor, señora o neutro–dijo–. Éste es su planeta, ¿verdad?

Página 201 de Good Omens.


Por supuesto, hay una clara defensa de las mujeres que (por necesidad o por cualquier motivo) se ven abocadas a la prostitución. Madame Tracy es insultada por Shadwell, pero finalmente comprende que es un imbécil y se disculpa. Además de comprender que la ama.


Durante toda la obra hay una clara defensa a la Tierra y los derechos de los seres humanos a vivir en un mundo menos contaminado. Incluso deja claro una y otra vez que el poder está en las personas más jóvenes, que estas tienen soluciones muy imaginativas para lo que ocurre en este mundo. Por supuesto, deben ser escuchadas siempre por las personas mayores, sobre todo su familia. También habla que “la verdadera familia” no es aquella que tienes por sangre, sino que es quien te educa y te quiere. Así como deja claro, con varios personajes como los de Anatema o Adán, que cada quien elige su destino y no debe seguir sistemáticamente lo que diga la sociedad o una persona de tu familia… por muy inteligente que fuera, por mucho que se llame Agnes la Chalada.


En definitiva habla de DIVERSIDAD y de proteger esa diversidad. Una diversidad que viene dada en todas las formas en este mundo. Esto lo tuvo bastante claro Amazon cuando lanzó el libro en formato de serie. Hay personajes racializados incluso entre los ángeles/demonios, algunos tienen aspecto totalmente andrógino y otros se decantan por algún género/sexo. Si bien, el mayor punto a su favor es que Dios tiene voz femenina, que el amor que siente Aziraphale se palpa y que no ha eliminado la genial escena donde las personas trans no binarias pueden sentirse representadas.


Anatema es una mujer liberal, que no juzga a nadie, y que decide ser ella misma. Ella deja a un lado los pronósticos de Agnes por muy acertados que fuera. Una bruja que para nada es la bruja “al uso”, tampoco lo fue Agnes. Una bruja que se lleva bien con personajes claramente LGTBIQA+.


El libro, por supuesto, así como la serie pone énfasis también en el feminismo. Da importancia a las mujeres, ofreciéndole a los personajes femeninos momentos muy importantes y la llave para resolver muchos problemas.


Hablo de todo esto, puntalizo todo, e invito a la sana lectura y visión de la serie (como complemento) porque el terfario está diciendo que Pratchett y sus brujas son TERF. Sé que hace semanas que empezó este tema y que la hija de uno de los autores se pronunción (la de Pratchett) en nombre de su padre (ya que este pasó a mejor vida), pero hasta ahora no me he encontrado con tiempo y ganas de hablar de uno de los libros que más me ha hecho reír, reflexionar y disfrutar como un mocoso.


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