Hace horas que hay una polémica que hace arder las redes sociales, sobre todo Twitter. Sí, Twitter, ese universo paralelo donde hay que tener cuidado porque puedes pisar una bomba, tras otra y acabar con acoso constante de decenas de cuentas creadas para ello. Twitter ha empezado a tener contenido sobre la portada que El País ha dedicado a la Homofobia en auge, pero no es sólo Homofobia. La homofobia es una parte de lo que ocurre, pues la transfobia también está día a día en nuestra sociedad. La paliza a una compañera trans no ha hecho arder las redes sociales, pero sí la agresión a un chico homosexual. No veo mal que se señale la homofobia, pero pido el mismo trato para las personas trans. ¿Me explico? Que también se deja de lado a otras siglas del colectivo, pues incluso la L se queda atrás en esta lucha de la visibilidad de las violencias.
La portada ha sido demonizada por VOX, sus acólitos y gran parte de la derecha. Si bien, simplemente diré que esa portada es un lavado de cara a artículos publicados en dicho periódico, los cuales daba vía libre a la transfobia. Sin olvidar todas las críticas que puedo hacer a una portada cisnormativa…
Son dos hombres blancos, jóvenes, con una forma de vestir muy deportiva y similar, besándose desatadamente. Es un ejemplo claro del dichoso: LOVE IS LOVE. No son ni una mínima parte del colectivo, dudo mucho que llegue siquiera a un tanto por ciento elevado dentro de la G.
Las personas mayores de 30 años, incluso de más de 50 o 60 años, existimos en el colectivo.
Las personas con un cuerpo no normativo existimos, ya sea porque somos personas trans, porque tenemos “algunos kilos de más” según “nutricionistas” y “amantes de fotografiar terrones de azúcar”, o que convivimos, hablándole de tu a tú, con algún tipo de discapacidad.
Las personas del colectivo no son sólo hombres cis. También existen las mujeres cis y trans, así como personas no binarias.
Un beso desatado como símbolo de “nos odian porque nos amamos” no es lo mejor, pues nos matan simplemente por existir. Samuel no se estaba besando con nadie. De hecho, la mayoría de los ataques a personas del colectivo simplemente paseaban por la calle o esperaban un medio de transporte.
Particularmente me hubiese gustado un collage fotográfico con personas LGTBIQA+, mostrando toda la diversidad del colectivo. Sí, con besos, pero también abrazos, miradas cómplices, situaciones cotidianas… Sobre todo me hubiese gustado alguna representación clara de iconos del colectivo, de activistas que dan la cara por todas las personas LGTBIQA+ o caras visibles (en general) que salgan en medios de comunicación y que formen parte del colectivo. Entonces sí sentiría que El País habría resarcido su cuota de culpa de meses atrás, que hubiese de verdad comprendido que dar altavoz a TERF o hacer titulares dudosos de ciertas violencias no es de recibo. Aunque seré justo, ¿no? No es el único periódico que lo ha hecho.
Hay personas que se han dedicado a exponerme por esta crítica en Twitter. Incluso una de ellas ha decidido usar la cuenta de la asociación LGTBIQA+ a la que pertenece para exponerme. Me acusan de “cisfobia” cuando eso, igual que el racismo inverso, no existe.
Sólo os diré que no lamento en absoluto haber criticado vuestra “maravillosa portada” porque está anticuada. En los años 70’s tal vez sería reivindicativa, pero no en estas fechas. Sobre todo, tras lo que hizo PSOE bloqueando la Ley Trans para luego negar derechos a migrantes, no binaries y menores. Porque la transfobia galopa a sus anchas. Que la sociedad en general está en deuda con nosotras. Añadiendo que hay ataques lesbofobos 24/7, que el borrado de bisexuales también es un escándalo, etc. No sé, lamento que vuestros privilegios de gente cisnormativa, blanca y sin discapacidad se tambalee cuando alguien con diversidad en orientación e identidad os pide mayor y más diversa representación de todos, todas y todes.
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