Las personas trans para ser aceptadas, con nuestras diversas realidades e identidades, tenemos que pasar por una serie de exámenes de “mujerabilidad” y “machorabilidad”. Es como hacer un examen para conseguir una nacionalidad, pero es mucho más heavy. En vez de preguntarte por fiestas y costumbres del país al que deseas pertenecer, hablar el idioma o conocer la Constitución de ese país te exigen seguir las normas por las cuales ni siquiera las personas cis pueden seguir.
Si eres mujer trans tienes que poseer un físico estándar, aceptar unos roles de género y no alzar la voz. Debes ser una marioneta rota en manos de la sociedad. El problema es que ninguna mujer trans termina sin alzar la voz, pero cuando la alza posiblemente se la señala y borra. Terminan muchas veces apaleadas, calumniadas o asesinadas.
Las mujeres trans deben eliminar su vello facial, tener pechos, poseer caderas, hacerse las uñas, eliminar la nuez, modificar su voz, dejarse el pelo largo y cuidarlo muchísimo, aprender a emplear el maquillaje, saber rizarse las pestañas, llevar ropa explosiva, amar los tacones, hacerse la vaginoplastia y seguir los roles de la perfecta esposa que se ofrecía en cursillos matrimoniales en los años 50’s.
Los hombres trans debemos dejarnos barba, eliminar el pecho, eliminar caderas gracias a la redistribución de grasa por las hormonas, engrosar la voz (las hormonas hacen mucho, pero a veces no llega a ser la voz de barítono que muchos esperan que tengamos), cortarse el pelo, no cuidarse mucho, usar ropa gris y sosa, hacerse la faloplastia y seguir los roles del perfecto cuñao de bar.
Las personas no binarias no existen, son Baltasar, Melchor, Gaspar, Papá Noel y el Ratoncito Perez.
Ninguna persona cis sigue estos roles de género al pie de la letra. Hay mujeres cis que tienen vello facial, que no son fértiles, que poseen poco pecho, que no tienen caderas, que no usan maquillaje o cualquier tipo de cosmético, usan ropa de colores sosos o calificadas de “poco fememinas”. Por supuesto, no siguen todos los roles de género que se espera para ellas. Si los siguen no se las discrimina, pues se entiende que son gustos propios. ¿Acaso alguien va a agredir a una mujer cis porque ame cocinar para ella y su familia? ¿Hay alguien en su sano juicio que le diga a una mujer cis que no haga bordados porque eso es lo que se esperaba en el manual de la perfecta esposa? No. Sin embargo, si una mujer trans dice amar cocinar para su pareja y para ella, disfruta bordando o diseñando sus prendas… ¡La acribillan!
Ninguna persona cis, como he dicho, siguen todos los roles de género. ¿Acaso no hay hombres cis que no les guste el fútbol? ¿No hay hombres cis lampiños? ¿No hay hombres cis con caderas? ¿No hay hombres cis que disfrutan de cocinar? Si un hombre cis dice que le gusta el fútbol, ama ir con los amigos de bares y le gusta jugar al fifa. Nadie le agrede. Se ve como uno más, como lo normal. Cuidado si lo dice un chico trans. Ojo, que a mí no me gusta el fútbol. Yo es que siempre he sido más de libros, películas y salir a tomar café.
Los roles de género no son malos si no se imponen, si no se toman como algo intrínseco y si no es una vara de medir para las demás personas. Una cosa son los roles que tomes, otra son los estereotipos. Ser madre es un rol que se suele otorgar a mujeres cis, pero un estereotipo sería ser la típica mamá de los años 50’s. Si bien, la mayoría de las personas que me leen han sido criadas por las mujeres de los 50’s. Yo he sido criado por mi abuela y mi abuelo, pues mi madre tenía que trabajar muchísimo. Así que a mí me ha criado mi abuela y no creo que fuese una mala mujer por ser una madre cuidadosa, pues ella además trabajaba. ¡Cuidado! Mi abuela trabajó diez años y fue jefa de limpieza de un cine.
Sin embargo, incluso esa mujer de los 50’s (que por esa época tenía casi 40) rompía muchos roles de género. Nunca supo bordar, nunca cosía, planchando era un desastre y cocinar no era lo suyo. Mi abuelo sin embargo sabía coser los bajos de su pantalón o botones, sabía plancharse hasta la ropa más delicada y le gustaba cocinar al menos dos o tres veces al día. ¡Ya ves tú!
Los roles de género son lo que se exige como lo auténtico, pero nadie los sigue por completo. Sin embargo, en las UTIG (ahora UIG) es lo que se le exige a las personas trans para ser auténticas. Eso que exigen las TERF y que luego demonizan si se cumple.
Una mujer trans no puede ser “femenina” en el concepto canónico que muchas personas tienen, pero tampoco puede ser “masculina” o emplear colores “apagados”. Si no eres una diva en tacones… ¡Entonces no eres una mujer! Y si lo eres… ¡Estás siguiendo los roles de género y eres aliado perfecto del patriarcado!
Un hombre trans no puede ser “masculino” en el concepto canónico, pero tampoco “femenino” o amar las prendas “chillonas”. Si no te rascas los huevos (aunque sean de la prótesis) al menos cinco veces en el sofá y escupes por la calle al suelo… ¡Entonces no eres un hombre! Y si lo eres… ¡Estás siguiendo los roles de género y eres aliada perfecta del patriarcado!
¿Veis que he cambiado a masculino cuando hablo de mujeres trans y a femenino cuando hablo de hombres trans? Es porque esos mensajes son tal cual. A las mujeres trans las señalan en masculino y a nosotros, los hombres trans, en femenino.
¿Y las personas no binarias? ¡Qué te las olvidas! Pues esas… no existen, ¿no veis que os dije que eran seres de fantasía?
Hablaré de mi realidad, pues no conozco la de todas las personas trans.
Yo odio el fútbol. No me gusta. Jugaba de pequeño, pero porque era divertido llenarte de barro y estar hasta las tantas en el parque.
El único deporte que me gusta es la natación, aunque también me agrada pasear por el campo de vez en cuando. Sí, creo que mi espíritu animal a veces es una cabra montesa o un delfín.
Me gusta cocinar. Hice de la cocina mi profesión un tiempo. Amo hacer pasteles cuquis, aunque no me gusta comerlos.
Tengo camisetas compradas en la zona “mujer” porque tienen gatitos, colores llamativos o simplemente combinan más con mis deportivas. El resto de ropa suele ser más bien sosa, salvo la ropa interior que siempre intento que tenga estampados o algo. No soy el típico tío binario aburrido. Lo siento. Pongo algo de chispa, pues la verdad es un asco ir siempre de monocolor.
Me gustan los llaveros de peluche y actualmente el que va en la llave de mi coche es un gatito rosa.
Tengo calcetines con florecitas, gatitos, renitos y bugs bunny.
Me gustan las novelas románticas, pero sólo si hay algo futurista o mucha fantasía medieval. También si hay crímenes. En general, me gusta leer.
Odio el Fifa y se me da fatal los videojuegos. Mi juego favorito es uno de hacer rompecabezas con pistas de detectives y otro que cuidas gatitos virtuales.
Me gusta tener las manos cuidadas, el cutis de la cara y me depilo las cejas. De hecho, me depilo mucho. Odio el pelo. Si a veces me dejo barba es porque no tengo tiempo o tengo algún barrillo.
No me considero no binario, pero creo que tampoco soy binario. Soy una persona que le gusta llevar unos roles de género y otros no. Elijo lo que me gusta, lo que me hace feliz y no hago daño a nadie. Si no lo entiendes es culpa tuya, no es culpa mía y tampoco del colectivo en el cual estoy incluido.
Si un hombre trans es heterosexual no está borrando a las mujeres lesbianas. No digáis que os indigna que existan hombres trans famosos que salen del armario porque “borran a las lesbianas” y “se suman al patriarcado”. Estáis infantilizando a los hombres trans adultos y a los niños los ninguneáis. No queréis que nos socialicemos con el género/sexo que realmente tenemos ni de peques ni de adultos. Esto último lo digo por Elliot Page, pero también lo digo por mujeres como Elsa Ruíz que es trans y sale con una mujer. Decís que borra a las lesbianas, pues no creéis que sea una mujer real y que diga ella que es lesbiana os jode.
Yo soy un hombre gay, además de trans, aunque admito que las orientaciones no las cierto entre cuatro paredes. No sé qué pasará en un futuro. De momento sólo soy gay. ¿Borro a los hombres gays? Ojalá borrara a los hombres gays para borrar algunos cisgays que no paran de humillarnos y ser vuestro macho cabrío.
Es curioso que en vuestro “aquelarre de brujas” muchas veces vuestras voces hegemónicas dominantes, aquellas personas que más respeto tenéis y hacéis eco de sus discursos (aunque no tengan base científica), sean tíos cis (gays o heterosexuales). Eso los hace ser el macho cabrío, ¿no es así? Quien os manda, os dicen qué hacer o qué cuentas destrozar. No sabía yo que el feminismo consistía en congraciarse y alabar, con lealtad ciega, a hombres cis.
Repito, queridas mías, no sois brujas. Sois la Santa Inquisición. La Santa Inquisición quemaba todo lo que era diferente, que hablaba de nuevos procedimientos científicos o creencias. Enviaba a la hoguera lo que no calzaba en una norma. Las brujas, brujos y brujes somos nosotras, nosotros y nosotres. Las brujas que no se pudieron quemar somos nosotras las personas trans.
No somos gomas de borrar. No vamos a borrar a nadie. Sólo vamos a incluir nuevas realidades.
Vosotras sí que estáis borrando vidas, petardas.

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