Desde ATA Sylvia Rivera condenamos las agresiones cometidas ayer hacia @Cs_Andalucia en el @orgullolgtbiand No se puede pedir respeto sin respetar, ni podemos denunciar agresiones agrediendo. El colectivo lgtbi se ha ganado el respeto social sin el uso de la violencia.
— ATA-Sylvia Rivera (@ATA_Trans) June 30, 2019
Arden las calles podría ser un titular de última hora, pero
son las calles de las redes sociales quienes parecen haber empezado su
particular Falla Valenciana o Noche de San Juan. Es increíble como Twitter, cuna
de la libertad, está siendo utilizada para vomitar la violencia más irracional.
Se supone que somos animales racionales, criaturas superiores a la restante
fauna, y que podemos sentarnos frente a una pantalla, reflexionar y aprender
del pasado.
Os pongo en antecedentes…
Los disturbios de Stonewall fue violencia contra violencia,
fuego contra fuego, en una época en la cual las personas LGTBIQ+ no podíamos
agarrarnos a ninguna ley que nos protegiese. De hecho, las leyes estaban hechas
para la represión más violenta. En aquellos días ser homosexual era ser un
enfermo, ser transexual era ser el mismísimo demonio o haber sido poseído por
satanás, y la bisexualidad apenas tenía cierta visibilidad en grandes figuras
del rock que a la vez eran señaladas como las culpables de un movimiento “violento”
cargado de “drogas” y “sexo cargado de enfermedades”.
Marsha y Sylvia no tenían nada que perder, ni siquiera sus vidas,
porque se sabían condenadas. Eran mujeres transexuales racializadas y una de
ellas, para colmo, bisexual. Eran el escalón más bajo, pero llegaron a la cima,
alzaron sus voces y apelaron a la guerra abierta contra las políticas
denigrantes que nos enjuiciaban como si fuéramos parias.
Nuestros cuerpos eran carnes de presidio y nuestras mentes
se les realizaban lobotomías. Éramos el conejillo de indias. Éramos demonios. Éramos
la escoria. Tenernos por hijos, hermanos o incluso por vecinos era una
desgracia. Muchas madres decían a sus hijos: os debí abortar.
Suena duro, pero es cierto.
Hoy en día tenemos leyes que se han peleado día tras día,
que hay que seguir peleando, porque si bajamos los brazos nos las quitan y
todavía no hay avances reales, fehacientes, más allá de Andalucía y algunas
Comunidades Autónomas, donde en España seamos “libres” o podamos determinar
quienes somos. Aún así hay muchos “pero” por el camino que son enormes
monolitos y no chinitas en el zapato.
Ciudadanos, PP y VOX se han aliado en un bloque de derechas
y ultraderecha. Están intentando destruir lo construido con el feminismo y con
la lucha de la libertad de amar y ser. Es duro, pero es real. Hay ciudadanos
que vinculados con el miedo, la incultura y el cabreo institucional han dado
alas a los fascismos más aberrantes y se han vuelto a enamorar del aguilucho. No
obstante, hay medios para combatirlos.
Orgullo en Sevilla 2019… aparece el bus de Ciudadanos y es
pintado, aporreado, se le han lanzado objetos y se ha insultado. Muchos creen
que la violencia que ellos están ejerciendo se debe responder de ese modo. Es cierto,
que si eres joven, puedes verlo como algo lícito. Yo comprendo que el cabreo de
la ciudadanía puede ir en ese sentido, ¿acaso creen que ellos no lo esperaban?
¿Creéis que esperaban que les lanzaran flores y besos? Sabían que iban a ser
increpados y contaban con ellos para victimizarse frente a sus aliados PP y
VOX, para afirmar que realmente somos violentos, y apostar por leyes que nos
repriman o sancionen cuando alcemos la voz. Habéis caído en su juego. Habéis perdido.
Puedo comprender que la gente esté molesta, pero no puedo
estar de acuerdo con las formas. Se les podía haber invitado a NO participar
por medio de firmas, se podía haber elegido ir al Orgullo Crítico del Sur y no
al Orgullo LGTBIQ+ “a secas”. Se podía haber elegido manifestarse los días
previos frente a su sede, se podía haber ejercido el derecho de las redes a
pedir que ese bus no debía estar en la fiesta con palabras correctas y
exponiendo los motivos como criaturas racionales. Se podía, pero no se ha
querido por parte de muchos. ¿Es culpa del resto?
Yo me opongo a insultar. Acepto que no hay que estar con
ellos, ni bailarles el agua, ni tomarse fotos a su lado, ni aplaudir sus
ocurrencias y combatir sus necedades. Acepto que hay que luchar, que no nos
podemos quedar de brazos cruzados. El ladrillazo hoy en día es negarles la
invitación, el ni siquiera ofrecérsela. El ladrillazo hoy en día es darles la
espalda y seguir el camino gritando consignas a favor de la libertad de amar a
quien queramos y de ser como queramos.
No es la primera vez que Ciudadanos, como cualquier otro
partido político, va a un sitio que no se les quiere para provocar estos
enfrentamientos. La ciudadanía está harta de verlo, ¿entonces por qué algunas
persona caen en ello? ¡Cuánta torpeza veo!
Para colmo se está agrediendo a asociaciones como ATA-Sylvia
Rivera cuando se exige que no se debe ser violento para manifestar repulsa. Se
les está diciendo que deben tomar ladrillos reales y cargar contra el autobús.
Tenemos leyes que defender, leyes que emplear, y movimientos sobre el tablero
más beneficiosos que romperle la luna o el espejo retrovisor a un autobús.
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