Ir al contenido principal

Padres: enseñen con Julien a amar la diversidad de nuestra sociedad.




Hace algunos meses que llevo debatiendo con diversas personas, tanto transexuales como cisgéneros, acerca de cómo incorporar el tema de la transexualidad a los más jóvenes. Las diminutas personitas que corretean por los distintos jardines de infancia, patios de colegio e institutos deben aprender a convivir con la diversidad. Los más pequeños, los que apenas comienzan a dejar las ruedas traseras de sus hermosas bicicletas, son los que menos prejuicios poseen. Los prejuicios son aprendidos, igual que los roles de género, contar hasta cien y leer. Son aprendizajes que nos acompañan gracias al entorno familiar, educativo y cultural en base a la sociedad en la que vivimos plenamente. Somos animales sociales, nos desarrollamos únicamente cuando socializamos, y aprendemos de otros los miedos, prejuicios y un sinfín de defectos, así como virtudes, que nos acompañarán casi toda nuestra vida. Los malos hábitos son los más complicados de abandonar. Es como cuando un fumador intenta dejar el tabaco y cientos de personas fuman a su alrededor.

No nacemos odiando al diferente del mismo modo que no nacemos hombres o mujeres dependiendo únicamente de nuestros genitales. En los genitales, así como en el resto de caracteres físicos, no está el ser un hombre o una mujer. Es nuestro cerebro, el desarrollo de este, el que nos dice plenamente quienes somos: hombres, mujeres o inter.

Como no nacemos odiando solemos jugar con otros de distintos pueblos, que no razas. La raza humana es un crisol de colores, idiomas, culturas, etc... ¡Pero sólo es una! Del mismo modo que la humanidad debe aprender que hay otra diversidad, con la cual atajamos con naturalidad antes que el prejuicio de nuestros padres, educadores o medios de comunicación nos señale como “prohibido”, “desviado” o “raro”.

Los más jóvenes de la casa son los más sensibles ante el sufrimiento ajeno e intentan comprender, bajo su perspectiva simple y bondadosa, como ayudar a sus congéneres. Son los adultos quienes niegan el trato con otros. Ya pasaba a principio de los 80's con los primeros descendientes de inmigrantes, pequeñas personitas infectadas de SIDA o aquellos que tenían que sufrir el cáncer (una enfermedad que según “algunos lumbreras” podía pegarse con sólo mirarse) y por lo tanto no es nuevo que algunos padres dentro de su “desquiciada hipocresía” exigen que sus descendientes no participen en juegos o se desarrollen al lado de personas trans, comprendiendo la transexualidad o simplemente teniendo una vía de comunicación con jóvenes de su edad pero que no siguen los esquemas cisexistas con los que ellxs (padres y madres) se sienten cómodos.

Es muy cierto que primero para educar bien a esas personitas habría que educar bien a los padres, pero eso se desarrolla gracias a la influencia en medios de comunicación, visibilidad veraz y cercana de personas trans en papeles de personas trans en el ámbito artístico (cine, series de televisión, musicales, bibliografía, radio, etc... ) o en la aproximación de los cisgéneros a grupos de activistas transexuales para informarse de primera mano acerca de los problemas, virtudes y necesidades que posee el colectivo.

Sin embargo, hay una luz de esperanza para que los más jóvenes puedan ayudar a los adultos a ser más empáticos. Muchas personas han olvidado ese matiz humano y se han desarrollado en el odio, la discriminación, el machismo, etc... Hay que recordarles con calidez que todos somos humanos y nos merecemos respeto, amor, comprensión (al menos un intento) y determinación para que seamos iguales, libres y felices dentro de una sociedad que siempre ha sido diversa.

Hay personas transexuales que dicen que es imposible, difícil o muy tedioso explicarle a una de esas diminutas figuras la transexualidad. No hay nada más falso y equivocado. Para ello están las personas trans junto a personas licenciadas en pedagogía o ámbitos artísticos que puedan colaborar con el mensaje de “Stop Transfobia” o “Ser es Ser”. Se hace con personas homosexuales y bisexuales mayormente y con eficacia, ¿por qué no con nuestro colectivo? ¿Acaso un transexual cuando dice que lo es no se está amando de algún modo? ¿No es amor lo que se muestra cuando un joven trans se acepta, sonríe y se presenta tal como es? El amor puede ser un profundo respeto hacia uno mismo, pues en sí es la base fundamental para poder canalizar amor, apoyo, comprensión, etc... a otrxs.

He leído varias veces la noticia que os presento y es el de una marioneta que se presenta como un niño trans. La transexualidad masculina es la menos conocida pues puede pasar por “alto” gracias a que las hormonas, cirugías de masectomía y la ropa “masculina” (ya sabemos que la ropa, los colores, etc... no tienen género, sino que el género se lo da la sociedad donde vivimos) ayuda/contribuye a un camuflaje que ni uno a veces puede imaginarlo.

El nombre de la marioneta es “Julien” y parte de La Fundación Jasmin Roy Sophie Desmarais, una organización canadiense que lucha contra la discriminación y la violencia que viven los niños y niñas en los ambientes educativos según recoge Desastre.mx.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Daniel era Carla

Toda persona tiene en su genética un gen llamado “ el gen de la maruja ”. Al menos, así lo afirmo y así me lo demuestran los años, las personas de mi entorno y el resto de la sociedad. He podido comprobar como los bulos se hacen cada vez mayores y todos los años hay uno o dos bastante sonados. El primero que recuerdo, a pesar de ser tan sólo un niño de unos ocho o nueve años, fue el del programa “Sorpresa, Sorpresa” y era sobre un perro que hacía un oral a una joven que iba a ser sorprendida por el famoso cantante Ricky Martin, el cual aún ni había salido literalmente del armario. Otro que recuerdo con bastante exactitud fue cuando dieron por muerta a Carmen Sevilla, la cual está aquejada de una horrible enfermedad que está borrando su memoria, o cuando se afirmaban ciertos hechos políticos Podemos vinculándolos con Venezuela. Todo esto lo he visto día tras día, mes tras mes y he crecido con ello. Personalmente soy muy crítico. Siempre he considerado que necesito varias f

“Cisfobia” el contraargumento de la transfobia.

Ocasionalmente, por no decir que es algo continuado y prolongado en el tiempo, tengo algún que otro enfrentamiento en redes sociales. Creo que todo comenzó desde que me hice mi primera cuenta online en Hotmail. Desde que tengo correo electrónico y un perfil en una red social, desde foros pasando por Blogger u otros medios como Facebook o Twitter, me estoy topando con personas que son contrarias a mis ideas. No me importa dialogar y dar argumentos a tus “batallitas” de personas cisgéneros que “intentan” dilapidar mi camino y poner trabas a mi libertad tanto de emanciparme de su discurso como de desvincularme de cualquier otro, pues como persona individual, con una serie de años y vivencias a mis espaldas, tengo mi propio discurso debido a mis propias experiencias que pueden ser similares, pero jamás iguales, a mis compañeros. Es posible que me aplasten los mismos problemas, pero los encajo de forma distinta y es porque he logrado tener información veraz y de primera mano, luchado

TRANS posible palabra del año.

“Trans” es más que una palabra, es un símbolo de lucha, guerra contra el CIStema, empoderamiento, verdad, honor, orgullo, determinación, honradez, valentía y, sobre todo, de dolor. Dolor porque el CIStema sigue apretando las tuercas al cerebro que determina nuestro verdadero sexo biológico. Eso de “sexo sentido” ya me parece insuficiente. Biológicamente somos hombres y mujeres, no es algo que tú simplemente sientas. Muchos tratan de usar nuestros genitales llamándolos “masculinos” o “femeninos” provocando cierta controversia, dolor, pérdida de identidad y refuerzo de su poder contra nosotros. Pero hay muchos ahí fuera, porque somos más de los que realmente dicen las estadísticas, que clamamos no ser sexualizados ni señalados CIStemáticamente por el órgano por el cual nos reproducimos, tenemos relaciones sexuales o simplemente damos rienda suelta a nuestras necesidades biológicas más primarias. Un pene o una vulva no son símbolo de un sexo, ni un género y ni mucho menos debería