Durante muchos años he tenido que
escuchar y leer en numerosos poemarios o eventos infantiles el poema
“Canción del mariquita” como “Poema de la mariquita” o
“Canción de la mariquita”. Se ha vendido popularmente durante
algunos años que Lorca hacía referencia a los insectos y no a algo
mucho más profundo.
Algunos rápidamente identificarán
“mariquita” con “maricón” que es la palabra peyorativa en
muchos casos -a salvedad del contexto y si se hace entre iguales
homosexuales como gesto de cariño o “poder”- de homosexualidad.
Sin embargo, si vamos a la raíz de la palabra significa “parecer
una mujer” y por lo tanto tiene que ver más con la identidad de
una persona que con su sexualidad. Un homosexual no quiere
identificarse con una mujer, ni quiere ser una y tampoco pretende que
la población lo relacione con ese género y/o sexo. Ellos son
hombres y por lo tanto no mujeres.
En la época franquista se encarceló a
muchas personas por supuesta homosexualidad. Ser homosexual puedes
ocultarlo casándote con una mujer, teniendo una vida llena de
heteronormas y cisnormas, que aceptas por supervivencia. Pocos
serían los subversivos teniendo en cuenta el trato en las cárceles.
Pero la mariquita del pueblo o el marimacho de turno no, esa o ese no
podía ocultarlo. Una identidad no se puede ocultar. Siempre sale a
la luz.
Justamente hablábamos sobre este tema
la delegada de Huelva de ATA y yo la otra noche. Lo hacíamos junto a
otro compañero. Estábamos sentados “al fresco” en una terraza.
Primo de Rivera en su caballo mostrándose “valiente” y dando
valiente vergüenza ajena a cualquier jerezano con conciencia, los
cuales ya lo desearían lejos de la plaza Arenal, y flamenco de
fondo. El flamenco es algo que a Lorca le apasionaba, algo que
incluso cuidó con mimo, y a la vera de ese encuentro cultural en uno
de los bares típicos tomando un refrigerio aprovechamos para
conversar. Lorca fue uno de los temas principales al abordar la
poesía y la transexualidad.
En cierto momento lancé una idea, pues
es simple “intuición” y nada corroborado, que Lorca no era un
hombre homosexual cisgénero sino una mujer transexual que intentaba
comprenderse a través de su poesía. Ella sonrió, abrió los ojos y
en ellos vi cierta “chispa”. Obviamente estaba a favor. Me di
cuenta de la transexualidad de Lorca o al menos de cierto “favor”
o “punto positivo” hacia las mujeres trans en el poema de “La
canción del mariquita” porque mariquitas llamaban a las mujeres
transexuales. Mariquitas eran los que se maquillaban y adornaban sus
cabellos, mariquitas los que se ponían rubor, mariquitas eran los
afeminados, mariquitas eran muchas mujeres trans que hoy en día aún
piden justicia... unas están muertas, otras siguen vivas llenas de
arrugas y cicatrices.
Sin embargo, tocamos “La casa de
Bernalda Alba” hablando de lo masculina que era Bernalda y que
podía considerarse una de esas TERF que, en mayor o menor medida, a
veces sentimos que son hombres transexuales que no se aceptan y
arremeten contra las personas trans porque se sienten heridos al
“querer y no poder”.
Ella además añadió “Asesinado por
el cielo”. En este poema podemos ver a Lorca hablar de la presión
del poeta que se siente libre y a la vez no, que quiere abrir sus
alas -tema recurrente en personas trans la libertad a través de las
mariposas, las aves, los ángeles o seres alados- y que se ahoga en
la tinta que suele ser lo que usa como arma el poeta o poetisa. Somos
animales de cabezas rotas por las normas, que estamos hundidos en un
camino que está entre “la sierpe” (la hombría) y “el cristal”
(lo femenino) y, que a su vez, “él” dejaba crecer sus cabellos
(símbolo de la feminidad en muchas culturas como la nuestra)
mientras se siente “sordo” y “mudo” ya que no puede gritar ni
oír o más bien quiere gritar y oír pero se siente con una presión
tremenda.
Obviamente os dirán que vemos
“transexualidad” en todas partes, pero tal vez es porque lo
vivimos y sabemos ver estas características en otrxs.
Asesinado
por el cielo.
Entre
las formas que van hacia la sierpe
y
las formas que buscan el cristal,
dejaré
crecer mis cabellos.
Con
el árbol de muñones que no canta
y
el niño con el blanco rostro de huevo.
Con
los animalitos de cabeza rota
y
el agua harapienta de los pies secos.
Con
todo lo que tiene cansancio sordomudo
y
mariposa ahogada en el tintero.
Tropezando
con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado
por el cielo!
F.
García Lorca, Poeta en Nueva York.
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