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Yayoflautas trans, trans con pensiones de mierda.





Hace unas horas he visto ancianos, viudas y personas de todas las edades manifestándose contra este gobierno canalla que tiene dinero para todo menos para sus ciudadanos. Tienen dinero para sus sobres en B, ayuda a La Banca y rescatar negocios ruinosos. Sin embargo para Sanidad, Educación, pensiones de todo tipo y mejorar la calidad de vida de todxs no; para eso no hay dinero. La hucha está rota, la han asaltado sin importarles nada y nosotrxs lo hemos permitido creyendo infantilmente que nuestros votos conseguirían solucionar algo.

He escuchado a los mayores siempre. Mi madre me enseñó que no hay nada más importante que la experiencia de la vida, pues esta nos pone a cada uno en nuestro lugar y nos enseña grandes consejos que podemos ir transmitiendo. No importa realmente si tienes una edad u otra, sino lo que has vivido. Tal vez por eso, en las noches frías de invierno y en los días más calurosos del verano, me sentaba con mi abuelo a jugar a las cartas, el dominó o parchís mientras me contaba las innumerables calamidades que tuvo que vivir. A veces me contaba como había sido jornalero, aprendió a conducir un tranvía o simplemente tuvo que manifestarse enérgicamente cuando se cerró una fábrica emblemática en esta ciudad: Cartonaje.

Actualmente suelo sentarme a escuchar a muchos ancianos, pues el horario al cual asisto a clases en mi gimnasio hay muchas viudas, pensionistas y personas de edad avanzada. Suelo hablar sobre todo con un hombre que ronda los noventa años y me habla de todo lo que ha trabajado desde vendedor a profesor, pasando por oficios de todo tipo y desde lo más bajo a lo más alto. Casualmente fue profesor de matemáticas de mi padre y empezó a trabajar cuando era apenas un adolescente. Me dijo que su pensión bien, pero que teme por los que venimos detrás.

¿Saben qué sentí? Dolor. Muchos transexuales desearíamos haber empezado a trabajar nada más salir de nuestros centros educativos -ya fuese tras el bachillerato, FP, cursos de todo tipo o universidad- para conseguir dignidad y poder económico para desvincularnos de nuestras familias, siendo así una persona de primera en esta sociedad. Las personas trans seguimos siendo los que reman en galera, aquellos que trabajan en los empleos más miserables en cuanto a cotización y remuneración, a pesar de nuestro nivel de estudios o ambición a la hora del empleo.

Sí, es cierto que algunas empresas hoteleras están moviéndose a nuestro favor. También que recientemente han existido rectificaciones de otras tantas que impedían el trabajo a compañeras trans. Sin embargo todavía tenemos el cartelito de “No trabajáis porque no queréis trabajar”. Las personas cisgénero tienen privilegios y uno de ellos es conseguir empleo de forma más fácil que nosotrxs. Un privilegio que se intensifica dependiendo del lugar de nacimiento en este país, pues Andalucía es cuna del empleo precario y temporal. No hay grandes industrias, no hay grandes inversiones y seguimos siendo jornalerxs. No digo que ganarse el jornal en el campo es algo bajo, pero sí es algo que no ayuda a una persona que tal vez podría estar dirigiendo una empresa, trabajando en un despacho de abogados o consiguiendo una carrera brillante en las artes. Tenemos más complicado el acceso a un mundo laboral más amplio y eso es una realidad.

Muchos temen por sus pensiones, pero algunxs sabemos que tal vez no tengamos nada. Yo he trabajado bajo cuerda, sin contrato y como becario. Por mucho que he demostrado valer más que mis compañeros -sí, hablo en masculino porque mayoritariamente ha sido competición hacia los hombres- no lo he conseguido. Han preferido a un hombre cisgénero que no “provoque ciertos problemas” con sus identificaciones o con su aspecto antes que un hombre trans antes, durante y después de sus hormonas.

Tal vez si me ves por la calle no reconozcas que soy trans, pero este es un pueblo pequeño y todo el mundo va sabiendo de qué pie cojea cada quien. Podremos tener un ambiente de ciudad, sin embargo no llegamos a mimetizarnos. ¡Y qué coño! Tampoco quiero mimetizarme y convertirme en un hombre cisgénero a ojos de otros, pues estaría dejando atrás a los demás. Me solidarizo con mis compañerxs y grito a los cuatro vientos que soy trans si me preguntan. No obstante sé que eso me perjudica, que incluso me han golpeado y humillado por ello, pero no temo a nada. Algún día triunfaré de algún modo como sé que algún día podremos sentirnos aliviados todxs al tener un trabajo que nos merecemos.

La Ley Trans Estatal ahora inscrita, la cual nos ayudaría bastante de estar ya aceptada por todos los partidos, será la brecha que romperá el muro... ¿Pero cuántas personas trans tienen una pensión de mierda aunque hayan trabajado toda su vida? Posiblemente hoy muchas de esas personas se han manifestado hasta dejarse la voz. A todas ellas gracias por existir, por luchar, por demostrar... Igual que a tantos mayores... GRACIAS.

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