Es necesario enriquecer a la sociedad
enseñándole a comprender y respetar las distintas realidades que la
compone. Durante mucho tiempo he visto como la política ha intentado
borrar a la mujer y a los transexuales de sus leyes, vulnerando sus
voces y creando leyes que no llegan a nada. Sobre todo he visto como
golpea duramente a mujeres transexuales y también mujeres
inmigrantes. Es como si no existiesen estas capas de la sociedad,
como si ni siquiera fuesen importantes. Últimamente con el auge de
las personas no-binarias, y también de aquellas que no se consideran
de ningún otro género, he vivido mayor pisoteo y burla a través de
aquellos que se creen capaces de juzgar sin comprender, sin tener
información de primera mano y sin poder ponerse ni un segundo en sus
zapatos.
El fin primero de cualquier
organización de un grupo de personas -sean activistas o simplemente
un nutrido grupo de artistas por poner otro ejemplo válido- es
influenciar a la sociedad para que comprenda sus inquietudes y puedan
verse reflejados en cada ámbito que compone un país. La composición
de un país plural, diverso e integrador va más allá de aceptar a
los inmigrantes como iguales, apoyar el feminismo exigiendo nuevas
medidas y proyectos para que esto se realice o mejorar la calidad de
vida de las personas de edad avanzada. Los pilares fundamentales de
la sociedad va más allá de grupos que usualmente están en la
palestra y son señalados día a día, los cuales la gran mayoría
sabríamos identificar de un vistazo. Creo que los pilares
fundamentales es educar a los más jóvenes, así como re-educar a
los adultos y mayores, en unos valores nuevos que acepten a las
personas que no se han sentido jamás identificados con el sexo que
se les otorgó al nacer. Un sexo vinculado erróneamente siempre a un
género y a unos roles, los cuales son como si fueran de obligatorio
cumplimiento para optar a ser un ciudadano modélico. El sexo no está
en los genitales, tal y como han afirmado con contundencia decenas de
expertos, sino que es piscosocial -la percepción del individuo con
respecto a su entorno y a así mismo- y un juez lo ha ratificado. No
obstante la sociedad no está informada, ni educada y ni parece que
pueda estarlo porque muchos grupos políticos impiden ese hecho.
Hace tiempo alguien tuvo el cosquilleo
de la duda porque quería comprender y aprender a los más jóvenes
del grupo transexual. Juan Gavilán es cisgénero y se apoyó en las
familias de niños transexuales para poder abordar el tema. Trató a
los más pequeños durante años, los siguió y los observó. No lo
hizo sólo con los ojos de un experto antropólogo, sino de alguien
que quería humanizar una palabra que muchos consideraban tabú,
horrible o un castigo de la naturaleza. Para él era básico que los
más jóvenes aprendiesen a respetarse, quererse y expresarse
libremente a través de juegos, canciones, dibujos, cuentos o
simplemente gestos que voluntaria -o involuntariamente- hacían
frente a sus padres, hermanos, tíos, abuelos... Estas pequeñas
personitas eran felices cuando se aceptaba quienes eran sin juzgarlos
y condenarlos. Por eso es clave que la visibilización de las
personas transexuales se manifieste en todos los ámbitos, que las
familias comprendan que son sus hijos las voces que deben escucharse
y que ninguna persona cisgénero puede hablar por nosotros. Os
recomendaría su libro “Infancia Transexual” pero no han querido
editarlo nuevamente -a pesar del rotundo éxito- porque golpea
duramente con los criterios patológicos que muchos “expertólogos”
deciden que son los correctos.
Muchos que conozco me dicen “Yo
inicié mi tránsito cuando...” me quedo un poco pensativo. A veces
suelto mi pregunta hacia esa persona, otras me la callo porque sé
que es una persona con la piel muy fina, y hay momentos en los cuales
simplemente pongo los ojos en blanco y me largo. La pregunta es
¿realmente has transitado? ¿Alguna vez has dejado de ser tú?
¿Cuándo decidiste que dejaste de ser tú para transformarte como si
fueras una Sailor Moon a lo “En nombre del criterio médico, yo
seré”?
Nosotros somos quienes somos desde que
nacemos. No hay más vuelta de hoja. Lamento golpearos con tal
contundencia, pero es así. Nacemos siendo transexuales, nos
reconocemos como tales, verbalizamos el hecho, tomamos diversas
decisiones sobre hormonas y operaciones -las cuales pueden
tomarse/realizarse o no- y finalmente -tras muchos años de lucha en
algunos casos, en otros no porque se llega tarde debido a asesinatos
sociales o avanzada edad de la persona- conseguimos nuestra
documentación. Pero tened cuidado con ello, pues un papel no
acredita que tú seas igual que un cisgénero a la hora de
enfrentarte a la sociedad. Aquel que desea convertirse en un
“cisgénero” va a tropezarse con un muro muy alto, muy grueso e
imposible de escalar. Estas personas que se aferran a querer pasar
desapercivido siempre sienten angustia, miedo, decepción, rabia,
impotencia, etc... No son felices. Cuando empiezas a aceptar la
diversidad y comprender que formas parte de ella, que no es nada malo
y que puedes ser autónomo de cualquier norma que te intenten meter
con calzador -porque siempre sucede y aparecen en cualquier momento
aunque no te des cuenta- al fin eres feliz.
El día Internacional de la
Visibilización de la Transexualidad es el día 31 de Marzo. El PSOE
ha intentado por activa y por pasiva que se celebre el día 15 en
España. El motivo es porque su “ley transexual” -la cual no es
siquiera una ley para transexuales, sino que abogaba por criterios
médicos patologizantes sobre la persona introducida en UTIG (ahora
UIG)- se aceptó ese día. No, no quieran borrarnos ni confundirnos.
Lamentablemente ustedes no pueden borrarnos como siempre han hecho.
Porque tanto la derecha como algunos que se dicen de izquierdas lo
han hecho. Incluso en la II República se hizo grandes crímenes y
crueldades hacia nosotras las personas trans, así como continuó en
el Franquismo, prosiguió tras la “Transición democrática” y
prosigue a día de hoy.
El 23 de Febrero se inscribió la LEY
TRANS ESTATAL. Hasta ahora sólo en unas pocas comunidades autónomas
se ha logrado una ley autonómica, pero nada más. Aún así la única
avanzada es la primera que se logró arrancar al PSOE por parte de
activistas transexuales andaluces y que está en vigor desde el 2014.
Todavía quedan flecos en esa ley, pues hay cosas que no se pueden
trasladar a todos los ámbitos gubernamentales al ser autonómica;
pero esa Ley Trans Andaluza es fiel reflejo de lo que hay que lograr
en todo el país.
La transexualidad necesita ser visible.
No me vale aquel que dice que usamos demasiado la palabra trans. Esa
persona, a mi juicio, sólo quiere camuflarse en plan comando con los
cisgéneros para no ser señalado. Y, tal como he dicho arriba, jamás
será auténticamente feliz porque buscará la aceptación mediante
el silencio y no mediante la lucha.
También quiero hacer un llamamiento a
todas las personas que quieren colaborar con los trans y las
distintas expresiones de género: NO NOS QUITÉIS LA VOZ. NO NOS
USÉIS. NO ACAPARÉIS EL MICRÓFONO Y CHUPÉIS CÁMARA. Nosotras las
personas trans somos quienes debemos hablar, no vosotras. Un aliado
está al lado o detrás, jamás delante. Estáis utilizándonos
políticamente y socialmente para ganar ayudas del gobierno, aplausos
baratos en programas basura o simplemente un puñetero like en
Facebook u otra red social. Dejad de acaparar nuestros espacios, pues
nos los estamos ganando con la lucha y no es el vuestro. Y otra cosa más: Que tengas hijos, o familiares con hijos trans, no te hace activista trans y no eres quien para hablar por ellxs. Ellxs pueden hablar por sí mismo como Juan Gavilán demostró en su libro.
El día 31 es el día en el cual hay
que sentirse más orgullosxs que nunca. Somos personas que estamos
siempre en el peldaño bajo de la sociedad y no podemos arrastrarnos
más. Tenemos que romper muros, no treparlos. Somos más y más
fuertes, porque nosotras las personas trans podemos hacer que los
leones del Congreso de los Diputados nos teman. El 31 saca tu
camiseta trans, tu bandera y todo símbolo de rebelión contra el
sistema. Ve a las redes sociales y publica. Comparte la verdad, que
es la tuya, y jamás permitas que otrxs hablen por ti. No eres su
marioneta, mono de feria o muñequito de tómbola.
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