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Transfobias, normas y mi coño empoderao.

Mis cicatrices. Mi cuerpo, mis normas. Mi vida, no la tuya. Mi sueño, mi libertad y mi felicidad.

A veces necesito tomar aire profundamente y expulsarlo intentando no lanzarme al cuello de alguien. Creo que por eso amo tanto meditar, yoga, hacer pilates o intento relajarme paseando durante horas -llueve o haga un sol deslumbrante- e incluso voy a nadar a pesar que la cama se está muy bien a las 6 a.m. Sin embargo, si no hiciese esos ejercicios donde la mente se libera, y deja que las endorfinas se muevan por el cerebro libremente, estaría sacando el cuchillo, la escopeta y el machete a lo Rambo. 

Cuando eres transexual tienes muchas normas que debes romper. Quizá por eso me gustó siempre los personajes que transgreden todas y tienen coraje de afrontar los riesgos. Hay numerosos de ellos que podía nombrar, pero no es el momento. Sólo diré que tienes que romper demasiadas normas y algunas son más complicadas que otras, así como más habituales o incluso novedosas. Hay normas que están ahí y no ves. Así como hay normas que a mí no me afectan, pero afectan a otros. 

Mucho se ha hablado de las operaciones, las hormonas y los roles que debemos aceptar o no. Se habla desde dentro del colectivo hacia personas del colectivo, como desde dentro del colectivo hacia personas fuera del colectivo así como de forma reciproca. Las normas están bien para aquellos que deseen vivir una vida llena de muros, pero a la larga son un lastre.

La principal de todas es aceptar que eres transexual y que siempre lo has sido. No es flor de un día el asumir quién eres, cómo eres, qué deseas y las cosas que van a influir en esas decisiones. Hay que respetarse primero a uno mismo y ver hasta dónde deseas llegar, qué cosas no quieres porque no te harán feliz y los motivos por los cuales te hacen feliz o pueden hacerte feliz. La siguiente es dejar a un lado a los que dicen “x” o “y” e incluso a los que dicen el abecedario completo. Tienes que centrarte en que eres tú y sólo tú quién decide en tu vida, porque “Tu cuerpo, tus normas” y por ende no puedes aceptar lo que otros digan porque tengan más experiencia, edad, etc...

Algunas personas transexuales dicen que la sociedad les inculca el querer hormonas y que los médicos también lo hacen, así como les influyen los medios. Puede ser. Es posible. En mi caso no. Mi caso fue todo lo contrario, así como sucede con algunos compañeros con los que he ido hablando. Las trabas para acceder a las hormonas han sido terribles. En mi caso fueron dos años largos de lucha interminable con una psiquiatra que no deseaba dármelas. ¿Y por qué las deseaba? Bueno había vivido más de veinte años con unos rasgos que no se adecuaban a quien yo quería ser. ¿Pero tal vez quería esos rasgos por influencia de normas externas? Ya os digo yo que no. 

Principalmente porque siempre he tenido claro que soy un hombre, aunque no sabía hasta que punto podía estar equivocado o no con respecto a ciertas definiciones y podía no tener un lenguaje tan completo y complejo como el actual. Sin embargo, yo sabía que no me hacía falta un pene, barba frondosa y olor a choto para ser un macho cargado de testosterona. Desde los dieciocho sé que puedo tomar hormonas, aunque no sabía lo largo y extenuante que podía ser tenerlas y ni siquiera todas las consecuencias. Si bien, desde los siete años he sido humillado cuando decía que aunque no tenía pene era un hombre. No, nunca he ansiado tener un pene... ¿Para qué? Lo único que sé es que es práctico para orinar de pie, pero siendo sinceros... un clítoris da más orgasmos y puedes jugar durante más tiempo con tu pareja... Ventajas de ser un hombre trans empoderado que no teme tocarse porque no sea un “pene”. Porque siendo sinceros y estrictos al hablar ¿un pene no es un clítoris de gran tamaño? Pues sí. Así que no me falta nada. Por lo tanto, ¿necesitaba hormonas? No. No las necesitaba hasta que me planteé que ya iba envejeciendo, que quería ver como era el hombre que siempre soñé y deseaba unos rasgos más maduros propios de un “caballero”. Aún así os diré que al principio, cuando dije que era trans, les decía a todos que sí lo quería para que dejasen de mirarme como un maldito bicho raro. Así que... ¡Sorpresa! Si quiero mear de pie puedo usar algunos de esos que hay, aunque son demasiado caros y jamás me lo compraría.

Algo que siempre quise fue la masectomía, pero es porque para mí es libertad. Y no, no es por hacer topless en la playa. Para mí es más cómodo no tener pechos. He visto a mujeres cisgéneros mirar con envidia a mujeres con poco pecho u hombres diciendo lo mucho que les duele la espalda, lo bien que sería no tener esos kilos extra, etc... Para mí esos pechos, que habían terminado siendo colgajos sin gracia, no los quería. Ni siquiera eran bonitos. Ni siquiera me gustan los pechos de las mujeres, pues los veo prácticos para amamantar y para realzar un bonito traje... ¡Pero hasta ahí! Así que para mí los pechos era algo incómodo y no los quería. Durante años intenté decirme a mí mismo que me acostumbrara, pero no podía. Por parte de los médicos, ¿sabéis los años que uno tiene que estar en una lista para tener esas operaciones? ¿Y lo mucho que puede costar por lo privado? En algunos casos son casi 6.000 euros. Que la sociedad muchas veces te pregunta por las operaciones, pues es cierto. Que algunos creen que son necesarias, pues también. Pero ¿qué son fáciles y accesibles? Pues no. ¿Son necesarias? Sólo si tú lo requieres o te ves con la necesidad de hacerlo. La mayoría de hombres transexuales se lo hacen por comodidad, porque con las hormonas se quedan reducidas a pellejo y porque la ropa binaria -que muchos usamos- queda mejor con un pecho plano que con una 100... Confort y salud mental, amigos míos. Porque te deprime no poder ir a una playa con esos malditos colgajos o incluso te niegas a aprender a nadar, salir a correr o hacer ejercicio físico. También impiden a muchos a hacer el amor, o practicar el sexo, porque no se sienten cómodos consigo mismos al tener esos dos pedazos de carne ahí colgando. 

Cuando uno no es fuerte mentalmente cualquier norma te afecta. Ya sea normas que te dicen “Si quieres ser empoderado de verdad no uses hormonas”, así como cuando te dicen “Si quieres ser un auténtico hombre trans necesitas barba y eso lo da la testo, tío”. También sucede con las chicas pero con la voz suave, el maquillaje, la ropa, etc... 

Sobre el trato, la ropa, etc... La mayoría de personas no tienen coraje de decirme que no a algo. El motivo es porque me han pegado tanto que ya sé como tratar a los que me van a agredir, pues con una mirada fuerte puedes lograr que se traguen sus palabras y se vayan. Sí, porque los transfóbicos sólo son fuertes en twitter o en plan “manada”; pero cuando te los topas a solas no tienen ni medio escupitajo. Así que mi “tránsito” no es tal. Yo siempre digo que uno transita por el mundo, sea trans o no, con un rumbo determinado por lo que queremos y, dependiendo de nuestra personalidad, lo que otros dicen.

Por eso el lenguaje es muy importante y he aquí el “kit” de la cuestión. Permitan que sonría como el gato Chesire y les pregunte: ¿Cuántas veces les han preguntado si han cambiado de sexo o género? ¿Cuántas veces te han dicho “No lo/la reconoces porque antes era chica/chico y ahora es chico/chica?”... Ja, ja, ja... ¡A mí miles! O tal vez la típica “No me digas que es -mi nombre anterior-” en pleno supermercado, calle, plaza o cuando salgo de mi habitación para saludar a alguna vieja amiga de la familia -sí, normalmente son viejas amigas las que visitan a mi madre porque amigos tiene pocos- y no es agradable. 

Algunos pensarán que eso ocurre sólo desde personas cisgéneros poco informadas a personas trans. ¿Y si os digo que tengo que decir que incluso personas trans se lo hacen a otras personas trans y se quedan tan panchas? ¡Qué sí! Odio ese lenguaje transfóbico y cisnormativo. Así como odio a las personas que dicen que el sexo es genital. Los genitales, tal como dije arriba, nacen del mismo modo y sólo tienen un desarrollo distinto que puede ser modificado con hormonas, cirugías o simplemente quedarse tal cual. El cerebro es el lugar donde está el sexo y la sexualidad, pues los sentimientos no están en el corazón sino en ese magnífico órgano. El género es algo cultural, así que estamos siempre transgrediendo el género y las costumbres de alguna persona en algún lugar del mundo. ¡Chan, chan, chaaaaan! 

Cuando una persona trans me dice que cambiamos de género/sexo porque así cambiamos de nombre, tomamos hormonas, etc... no sé si reír, llorar, reír y llorar a la vez o agarrar la escopeta y corretearla como si fuese Elmer y ellas Bugs o Lucas. Estas personas no son felices ni empoderadas, pero se creen con todo el derecho a juzgarte y a meterte en el armario de las cisnormas. Así como aquellas que se ofenden porque tomas hormonas, te operas y decides ser más o menos binario -porque soy de esos que dicen que nadie es 100% binario por lo dicho en reglones anteriores- ya que no estás “empoderado” sino que estás dejándote guiar por el cistema. Disculpa, pero con mi cuerpo hago lo que quiero... a lo Garnier Champú. 

No más normas, no más transfobia, no más “yo más que tú y tú menos que yo”... Pero, sobre todo, no más asumir que saben más que los demás. Yo siempre aprendo cada día. Intento averiguar nuevos procedimientos, leyes, conocer a otras personas, conversar... Somos muy diversos y por lo tanto cada uno debe hacer sus propias normas que le hagan feliz, porque eso es lo único que tenemos en esta vida... La felicidad.  

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