Siempre he pensado que para cruzar el
mundo, este maldito mundo lleno de fronteras impuestas por
privilegiados y sus honorables vasallos, se requiere aliados. No
importa quién seas, dónde estés, el momento en el cual suceda o
incluso la edad que tengas. Lo único importante es que puedas
confiar en alguien a la hora de la lucha. Don Alonso Quijano, El
noble hidalgo de la Mancha, tenía un aliado que se llamaba Sancho.
Sancho era la parte racional, la persona que se entregaba a los
peligros junto con el Quijote, para poder salvarlo de algún apuro.
Él no iba primero, sino detrás o como mucho, en algunos momentos, a su lado. Jamás Sancho fue delante. Aguardaba el darle el aliento
necesario y la fuerza pertinente para que no muriera ni se rindiera.
Digamos que los aliados son amigos que están enterados de nuestra
gran afección: las cisnormas.
La Cisnormatividad está causando
estragos en nuestras almas, arrastrándolas a un oscuro pozo. Muchas
veces hablo de ese pozo como “El olvidadero”. He tomado ese
nombre de la película, y libros, del mundo “Labyrinth” donde
Jareth, el “villano”, decidía enviar a todos los que se
acercaban a la verdad, que era su castillo donde él se hallaba. El
olvidadero es el Borrado Trans. Nos borran para que no se hable de
nosotros, para que no seamos incómodos, para que no forcemos a los
demás a pensar por sí mismos y que nuestra lucha sea infructuosa.
Sin embargo, no logran aplastarnos. Nosotros hemos estado ahí desde
que el mundo es mundo. Las personas trans somos numerosas y nos hemos
convertido en un espíritu combativo que libera de la presión
machista, sexista y de toda índole. Somos el agujero de más en un
cinturón demasiado apretado donde la diversidad son kilos de más
tras unas fiestas llenas de orgullo, pero también lucrativas y
cargadas de prejuicios.
Hoy deseo hablar de personas que van
más allá de ayudar. Son personas que han decidido usurpar nuestra
voz y tomar ellos el megáfono. Nadie cisgénero puede hablar de
transexualidad y tratar la transexualidad como si fuese un experto.
Los expertos en los sentimientos y vivencias de las personas trans
somos nosotros. Puede que podamos contar a amigos, familiares,
conocidos e incluso a desconocidos, ya sea en ponencias o simplemente
en la parada del autobús, algunas experiencias o imposiciones que
nos estén asfixiando en ese momento. Podemos y debemos. Tenemos que
demostrar lo que ocurre con las normas sociales que son puramente
ideológicas y basadas en castillos en el aire. Tenemos que romper
por completo con esas normas como si fueran confeti para arrojarlas
por el balcón de una santa vez y por eso muchas veces confiamos en
los demás, pero ocasionalmente los demás se aprovechan de nosotros.
Detesto ver como personas cis hablan de
la transexualidad oprimiendo a trans que les informan que están
errados. No importa si son las denominadas TERF (“Feministas”
trans excluyentes) que son fascistas del género y genitocentristas
que se empoderan por un genital que no tiene ni una neurona sana,
tampoco si son mediante organizaciones LG“T”BI (la “T” en
entredicho porque nos usan para ganar subvenciones y darse ciertos
aires de diversidad, pues a la hora de la verdad nos anulan o no
luchan por lo que merecemos) o cualquier persona que se le cruza un
cable y agarra el megáfono de las redes sociales para ponerse
experto “Made in Saber y Ganar” intentando creer que sus
cisnormas son liberación para los trans.
Hace años me dijeron que “No debía
decirle a todo el mundo que soy trans, pues podrían tomarlo para
hacerme daño”. ¿Disculpa? Si no grito, si no digo lo que soy, si
no me expreso y no libero la verdad ¿quién lo hará? ¿Tú? No.
Tengo que decir lo que nos afecta aunque nos llamen victimistas. De
hecho, es curioso que los que más me insultan en redes sociales, los
cuales se burlan de mi discurso o del discurso de compañeros o
compañeras, lo hacen después diciendo “Deja de ser victimista”
o “Deja de lloriquear como nena y compórtate como hombre”.
Acabáramos... ¡Los hombres no tienen sentimientos ni quejas sobre
sus espaldas! ¡Los hombres no lloran! ¡Los hombres no sufren! ¡Los
hombres son puro macho con olor a choto/cabra mojada! ¡Y somos
víctimas cuando nos quejamos precisamente de gentuza como tú!
¡Joder! ¡Gracias! ¡No me había dado cuenta! ¡Me has iluminado!
¡Eres como Moisés abriendo las aguas! ¿Sabes qué opino de ese
discurso? ¡Me limpio el culo con su discurso aunque este me
perjudique porque llena mis posaderas de mierda! Y es lo malo de
tener una cuenta en una de las redes sociales, sea cuales sea, porque
todos tienen opiniones y las opiniones son como los culos porque cada
uno tiene uno. Si bien, lo mío no es una opinión sino una verdad,
está comprobado, corroborado por otras personas trans y estamos ahí.
Lo peor de todo es que muchos de estos
energúmenos son hombres, de bajos estudios, que tampoco desean tener
más allá que ira acumulada contra mujeres (ya que atacan más a
nuestras compañeras) y soltarlo todo con la bilis del “poder” de
las redes sociales. Si bien, aún se vuelve todo más tóxico cuando
un aliado trans termina apoderándose de nuestras voces, de nuestra
capacidad de pensar, y empiezan a luchar ellos por lo que creen
cierto y se olvidan de lo que nosotros necesitamos.
También está aquellos que hablan por
hablar de problemas de transexuales sin haber tenido siquiera una
persona trans al lado. Hablan de la transexualidad, de la opresión
que estas personas tienen, por moda, por ponerse una medalla virtual
y conseguir el aplauso fácil de sus seguidores. Y, por supuesto, los
que les baila el agua y siguen sus comentarios aplaudiendo. Claro que
debemos añadir otro factor a esta suma decadente y es aquel que dice
“A mí no me importa lo que opinen las TERF/Transfóbicos”...
¿Entonces no te importa que estén haciendo daño a jóvenes, sobre
todo a menores de edad, estas personas? Porque ese es el mensaje que
dejas.
Hace unos días se cumplió un nuevo
aniversario de la muerte de un chico trans en España. Era menor de
edad y desde los quince años estuvieron acosándolo en el colegio.
Hace unas noches me enteré de otro caso en Brasil donde la familia
siquiera permitió que el difunto fuese tratado como hombre en su
sepelio.
En 2017 supe de varios casos cercanos
de intentos de suicidio o suicidio por parte de hombres y mujeres
trans, también de violencia hacia el colectivo dentro y fuera del
sistema sanitario, así como problemas dentro del colectivo por las
cisnormas. Pero, sobre todo, porque esas cisnormas están hechas por
intruCISmo ya que los cis quieren hablar por nosotros. Yo nunca sabré
lo que es ser cis, por lo tanto no puedo hablar de problemas de
erecciones matutinas y no lo hago. No hablo de cosas que no sé. ¿Por
qué tienen que hablar ellos de mis problemas?
Recuerden: Los únicos trans activistas o activistas para la liberación de las personas trans son las proprias personas trans.
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