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Daniel Ardid Luna: El "Periodista" que menosprecia el activismo trans.

Desde temprana edad se nos dice que debemos ser nosotros quienes pidamos o alcemos la voz para decir lo que nos afecta, requerimos o creemos que nos corresponde. Del mismo modo que hay que ser agradecido, escuchar a los demás, ser solidario o simplemente tener predisposición a comprender o aprender algo nuevo que nos ayude a evolucionar como ser humano. Creo que es algo básico que nos inculcan los padres, familiares cercanos, escuela e incluso grupos de amigos. Cuando nos afecta algo siempre nos preguntan a nosotros, primero por educación y segundo porque sólo nosotros podemos aclarar las circunstancias de un enojo, decepción, mueca de tristeza o júbilo. Sólo nosotros, no otros.

Empezando por este punto fundamental extenderé la práctica a otras circunstancias más comunes. Jamás he visto a un homosexual hablar de como se sentirá una persona heterosexual, ¿cierto? Un homosexual, hombre o mujer, desconoce por completo el mundo heterosexual y aún así estos se ven involucrados en las creencias de los heterosexuales. ¡Cuán indignados se ponen cuando una persona heterosexual intenta aclarar como hace o deshace la vida una persona homosexual! ¡Y ni qué decir tiene de sus manifestaciones sociopolíticas o culturales! ¡Se arma una guerra donde cualquier trinchera no es válida! Entonces, ¿por qué se empeñan muchos homosexuales cisgéneros en catalogar lo que requiere, afecta o preocupa a una persona transexual quitando su voz y anulándola por completo? ¿Qué capacidad posee?

Jamás he visto a un hombre homosexual hablar de la menstruación femenina como si la viviese en sus propias carnes, ¿correcto? Tampoco los he visto decir lo difícil que es cargar con unas mamas abundantes o lo complicado que es encontrar una talla correcta de camiseta sin que se note el busto. ¿Verdad que no? Muchas feministas se alzarían con hoces y martillos contra el hombre cisgénero homosexual por decirles como es su vivir como mujer cisgénero, sea cual sea su sexualidad, porque son cosas de mujeres y no cosas de hombres. ¡Patriarcado no gracias, debes dejarlos atrás!

Nunca he visto a una mujer cisgénero homosexual, es decir una lesbiana, aclarar lo incómodo que es acomodar un pene en una pequeña lencería, ¿cierto? Ni explicarle a otros, a salvedad que tenga un pie terriblemente enorme, lo complejo que es encontrar unos zapatos de tacón de su talla. Muchas chicas adolescentes trans tienen una estatura formidable y es jodido para ellas, que muchísimas veces desean un zapato de tacón porque les gusta o necesitan para un evento porque así lo creen ellas, encontrar uno de su talla. También veo esas quejas por parte de mujeres trans de todas las edades, pero ocasionalmente veo más frustración en las jóvenes. Tal vez porque las más adultas ya han encontrado su zapatería o tienda de zapatos que les suministra, quizá porque ya se resignaron o puede que esa etapa de ansiar tacones se pasara porque la espalda las mataba. No las he visto, ¿verdad? ¿Alguien las ha visto? ¿Entonces con qué calidad se cree una mujer cisgénero para hablar por una mujer trans?

No somos monos de feria ni de exposición para que nos coloquen al lado y hagan que nos comprenden, sienten por nosotros y aclaran a los demás las dudas sin dejarnos abrir la boca. Esa etapa ha pasado. Me importa un coño si eres además de homosexual periodista, pues no tienes derecho a decir cómo se siente una persona transexual a no ser que lo entrevistes y le dejes hablar a él o a ella. ¡No tienes derecho! Lo que haces se llama intruCISmo y es parte análoga de la Transfobia. Además burlarte de alguien que ha decido empoderarse y tomar participación activa para afrontar la transfobia, cisnormas, cisexismo, autotransfobia del colectivo y demás ámbitos en los cuales somos avasallados, anulados e incluso arrojados al cubo de la basura es una falta fragante de principios, clase, honor y todo lo que supuestamente enseña la vida, la educación en la familia y, por supuesto, tu propia profesión.





Daniel Ardid Luna es “licenciado en periodismo” que no es lo mismo que ser una persona aceptable en un programa de televisión, radio o prensa escrita. Una persona que se mete en el perfil de un activista trans para menospreciarlo y negar que existe un borrado del activismo trans, de las personas trans e inclusive que el franquismo hizo pasar a mujeres trans por homosexuales es una falta de respeto, integridad, moral, capacidad de autocrítica, pocos conocimientos históricos, deseos de anular al resto, ego desmedido y pocas miras. ¿Acaso creías que me iba a quedar de brazos cruzados ante un ataque un viernes, casi sábado, por la noche? ¿Acaso no tenías nada mejor que hacer con tu vida cisgénero que meterte en los contactos de otras personas para agredir a transexuales y ningunearlos? ¿Acaso crees que no tengo derecho de mostrar al mundo entero cómo eres y cómo te expresas? Lamento decirte que una persona transexual es la única que puede decir cómo se siente, las humillaciones que ha vivido y cómo las ha vivido, así como el menosprecio de gentuza como tú que se oculta en Internet creyéndose seguro porque no hay una Ley Trans Estatal que te cierre la boca para que dejes hablar a los auténticos protagonistas. Un periodista narra la noticia, pero deja siempre que sea el protagonista quién explique los hechos. Un periodista de verdad, no un inculto a lo Sálvame Delux. Lamento decirte que tal vez de tertuliano de programas de poca monta que no dejan hablar a los invitados estás muy preparado, pero no para estar intentando ocupar el puesto de un activista trans. Tú por mí no hablas. Tú por mí no luchas. Tú por mí no haces nada. Si yo consigo algo como transexual, como activista, será por mi trabajo duro junto a mis compañeras las restantes personas trans. No por ti, no por ninguna LGTBI que tienen de adorno las identidades porque sólo saben luchar por las sexualidad cobrando subvenciones por una T que no les importa... ¡A salvedad de alguna que se libra de la quema! Pues la mayoría les viene grande la T y la I de sus siglas, así como la Q de los no-binarios.


No, querido... ¡Sobre las personas trans no vas a pasar! ¡Vas a respetarnos! Tenemos derecho y obligación a expresarnos sin necesidad de gente mezquina que nos utiliza para ganar fama o espacios en el mundo del periodismo. Lo siento, tú no eres periodista... eres “Periolisto”.   


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