La imagen pertenece a ATA-Sylvia Rivera en su calendario de hace unos años.
Tantas cosas han desfilado por las
calles de nuestras ciudades a la hora de acompañar a sus Majestades
de Oriente que ya he perdido la cuenta. Desde toreros en las clásicas
vespa, Mordadelo y Filemón, Don Pimpón o Batman. Sí, llegué a ver
un Batman con su Robin en una enorme carroza. Sin embargo, lo que más
recuerdo son cabalgatas con índoles políticas o comerciales.
Inclusive los caramelos “Caja San Fernando” eran de lo más común
y ahora son “Caixa” o “Santander”, pero nadie se lleva las
manos a la cabeza por esa publicidad. Ni siquiera señalan las
carrozas de Coca-Cola distribuidas por los distintos festejos.
Claro, todo eso es muy cristiano. Ver a
toreros, que hacen sufrir a animales, acompañando a los reyes y
pajes es de lo más educativo, cultural y festivo. Porque no hay nada
más bonito que ver a un animal sufrir en los ruedos para luego tener
a su asesino sonriendo entregándote caramelos. Ni hace daño a los
niños la publicidad de ciertas series de televisión que ni siquiera
son aptas para sus públicos o que el banco empiece a decirte que
“son unos santos” cuando después quieren desahuciarte junto a tu
familia. ¡Qué no! ¡Lo que realmente agrede a la festividad
religiosa es como vayan los Reyes Magos vestidos o si hay una Drag
Queen en una maldita carroza!
Cuando era pequeño me ilusionaba
muchísimo Baltasar y recuerdo que la navidad de mis cuatro años fue
maravillosa. La primera vez que vi un Baltasar de cerca y era
Fernando de Souza. Aquel día no lloré como lloran muchos niños,
pues algunos se asustan al tener a su majestad cerca, sino que lo
hice de la ilusión. Después de ese día no volví a ver igual a los
reyes. Cuando Baltasar aparecía y era pintado me desilusionaba, pues
yo estaba convencido que Fernando era el verdadero y sin él no había
cabalgata. Sin embargo, a los políticos poner un actor real, que se
parezca a los reyes, les da igual. Ellos ponen mujeres vestidas de
hombre, políticos energúmenos machistas que cantan el cara al sol y
llenos de betún. ¡Y sin olvidar esos labios gruesos mal pintados de
carmín rojo! ¿Estamos ante Baltasar o ante el dibujo de los
Congitos? Porque así es como los veo. No hay nada más racista que
denigrar de ese modo a la raza negra y evitar que inmigrantes, los
cuales son numerosos en nuestras ciudades, no puedan ser dignos reyes
o pajes de Baltasar. ¿Acaso no sería eso abogar por la diversidad,
el respeto y la veracidad? ¡Qué no! ¡Pon a un corrupto pintado de
negro sobre un tractor y todo fenomenal! Eso sí, luego no me pidas
poner “un maricón” o “una travelo” en la carroza... ¿Eh?
¡Qué no! ¡Qué eso nos agrede a todos y los niños no van a saber
qué están viendo!
En mi entrada anterior puse un cuento
que espero que papás y mamás lean. Los niños pueden desear
cualquier juguete, ropa o utensilio sin modificar su género ni su
sexo ante la sociedad. Hay que romper barreras sexistas y machistas.
Si bien, por si no se percataron la muñeca es una mujer trans
atrapada en una sociedad que inculca unos valores, unos cánones y
estereotipos tan altos y erróneos que las hacen sufrir. Ellas son
perfectas tal como son, así como lo somos los hombres trans. Hay
mucha diversidad en el colectivo y también fuera de este porque
están los intergéneros, travestis y diversas sexualidades dentro y
fuera de la hermosa T que ostentamos muchos.
Así que permitan que haga una carta
pública a Baltasar, que como he dicho es mi favorito, y que espero
que llegue a sus manos lo antes posible...
Querido Baltasar...
¿Desde cuándo no te escribo? Lamento
haber tardado tantos años... Desde los seis años dejé de creer en
vosotros como si fuerais reales, olvidando la magia de la navidad. El
motivo, como bien sabrás, fue el divorcio de mis padres, la dejadez
de mi padre y todo lo que sobrevino en mi vida. Dejé de creer que
podríais regalar un padre bueno, un cambio radical en su
comportamiento hacia mí, y descubrí que era mi pobre madre, con la
espalda rota de limpiar escaleras, y mi abuelo, con una pensión
medio decente, que me conseguían los regalos que tanto soñaba. El
año siguiente, el de mis siete años, sólo os pedí libros, un
peluche y varios rompecabezas. Olvidé, como he dicho, que sois
mágicos y traéis algo más que regalos físicos. Los físicos los
traen los padres, los otros los traen entidades tan grandiosas y
maravillosas como ustedes. Sois el espíritu de la navidad, de la
bondad, de la magia y de la ilusión.
Permíteme que te escriba para pedirte
perdón en primer lugar y después, si me lo aceptas, que me concedas
un deseo. Mi deseo es simple, pero se lo he pedido incluso al nuevo
año. Deseo que me traigas dignidad para mi colectivo. Quiero que se
inscriba una ley que necesitamos para protegernos de actos tan
deleznables como los insultos en redes sociales, amenazas y actos de
violencia física hacia personas trans, travestis e intergéneros.
Por favor, sólo deseo dignidad. Que los políticos dejen de usarnos
para lanzarse mierda o ganar votos, pues somos ciudadanos con pleno
derecho y sentimientos.
Amado Baltasar... tú eres el icono de
la diversidad dentro de las fiestas. No hay angelitos negros, lo cual
me parece estúpido y estereotipado. Sabemos por Machín que los
angelitos buenos también van al cielo, así que ¿por qué no? No
los hay. Tampoco hay veracidad ante el niño Jesús, la virgen María
o San José porque parecen europeos cuando eran judíos y
posiblemente su piel era tostada. Tú eres el único que cumples una
proeza increíble y es ser la nota de color, la discrepancia, la
diversidad... Tú, amado mío, eres el idóneo para traer dignidad y
comprendernos. A ti te niegan muchos, algunos han intentado aclararte
la piel e incluso te pintan en las cabalgatas en vez de poner un
hombre negro. Tú eres quien puede alzar la voz y exigir que existan
Reinas Magas, Drag Queen vestidas de tiernos muñecos de peluche o
verdaderos hombres negros tomando el trono. Tú eres el único que
puedes traerme ese deseo porque tus compañeros no comprenderían
hasta que punto es doloroso ser distinto, luchar sin cambiar ni un
ápice y sonreír digno a pesar de todo.
Baltasar... tráenos la Ley Trans
Estatal de una vez y haz feliz a este hombre que ahora quiere tener
la mirada ilusionada de un niño.

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