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STOP Genitalización - Transfobia

Comentario en una red social hacia un compañero trans.


Muchas personas todavía no saben diferenciar “identidad” de “sexualidad”. A pesar que hemos derribado ciertos muros este, como otros tantos, todavía se resiste porque la sociedad asume que un tipo de genital corresponde con un sexo y por lo tanto con una sexualidad. Hay miles de personas ahí fuera que viven con un genital distinto al que se supone “corresponderle” dependiendo de su sexo o género acordado en el nacimiento. Hay quienes incluso fueron castrados, modificando sus genitales, a los pocos meses del nacimiento porque sus genitales no eran lo suficientemente grandes o pequeños. Los médicos, y las comadronas, aún juegan al sexador de aves con los recién nacidos truncando sus vidas, provocando errores y, por lo tanto, un enorme sufrimiento.

Los genitales no dictaminan quienes somos, no nos relacionamos con ellos y, por supuesto, no tenemos sentimientos gracias a un genital. Es el cerebro quien determina el sexo, así como la sexualidad y la comodidad de tener unos roles de género determinados o más flexibles. El cerebro es el único órgano con el cual podemos relacionarnos y ser. El género es algo social, meramente cultural, y el sexo es psicosocial mientras la sexualidad viene determinada por otra cadena de factores. Jamás podríamos decir que alguien es homosexual por sus genitales, pero sí muchos se atreven a determinar que una mujer no puede tener un miembro masculino, ser amada y comprendida como mujer, teniendo un rol fluido, sin ser demasiado binaria hacia lo determinado como femenino, y además ser lesbiana. Se encasilla a las mujeres trans, se las veja llamándolas travestis o simplemente se señalan sus genitales para considerar que no deben ser amadas por hombres, pues si un hombre la ama es homosexual y no un hombre posiblemente heterosexual. Es el mismo fenómeno, pero a la inversa, con los hombres transexuales.


A la mayoría de hombres trans se nos ha colgado la etiqueta de “machorra” o “bollera” cuando algunos ni siquiera somos totalmente binarios o heterosexuales. La sociedad es así de inculta y lo es porque está cómoda. Es cómodo para la sociedad no informarse y, por supuesto, no ofrecer un micrófono a los trans para que hablen por sí mismos. Muchos cisgéneros han determinado que pueden hablar por los trans. El intrusismo cis es otro caballo de Troya que hablaré con mayor detenimiento en próximas aportaciones, pero diré que ellos no pueden decir como nos sentimos nosotros y por lo tanto no pueden determinar nuestra sexualidad, hablar de nuestras identidades o abogar por ser escuchados como si fuésemos nosotros. Tenemos voz, tenemos manos y vamos a golpear con fuerza la mesa gritando a viva voz que unos genitales no nos representan. Dejen las puñeteras etiquetas para los productos del supermercado.  

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