Creo que aún resuenan con fuerza las carcajadas que solté cuando alguien que se cree activista, pero no llega siquiera a ser alguien con criterio propio, argumentó que además de activista poseía una vida. Fue hace más de un mes cuando pronunció ante mí semejante frase y yo no dudé en carcajearme en mi casa, sentado frente al ordenador, donde pude leer su mensaje. ¿Motivo? Un activista de verdad no deja el activismo ni un minuto, pues su vida es una lucha constante y cotidiana. Desde que se levanta hasta que se acuesta está luchando, sobre todo si sabe que otros están sufriendo el mismo calvario que has vivido. Por supuesto, alguien acomodado, que le han dado todo por delante, y que apenas se hace visible para que "no le roce la mierda" no lo nota. Mar Cambrollé se arremangó las mangas y la falda hace cuarenta años, cuando aún la sociedad la consideraba un hombre homosexual y cis.
Ella decidió empoderarse, quitarse la caspa de las normas sociales e intentar saber qué pasaba con ella, con la mujer que se sentía y sabía que era. Dice que fue al descubrir a otra gran mujer: Bibiana Fernández. Ella supo darle nombre a lo que sentía, vivía, respiraba... Si bien, ya llevaba muchos palos dados. Los primeros en la primera manifestación por la libertad sexual. Fueron las mujeres transexuales las que tuvieron los golpes más duros, igual que en Estados Unidos, mientras los homosexuales, esos hombres de pelo en pecho que miraban con desdén a "las locas" y "maquilladas", salían corriendo porque los grises iban a golpearlos, detenerlos e imponerles una ley que todavía seguía siendo sangrante y que aún resuena en la cabeza de muchos y muchas. Sobre todo de muchas, porque fueron las mujeres trans las más afectadas.
Mar Cambrollé lleva toda su vida luchando por causas justas. Incluso la he visto encabezando manifestaciones feministas cuando muchas "feministas" la echan a un lado por haber nacido con una genitalidad distinta. No le importa. Ella está ahí sujetando su pancarta, coreando con las "que se creen más auténticas" y liderando a veces un coro de voces muy diverso.
A los que estamos en ATA nos trata como si fuéramos hijos suyos, pues le duele muchísimo como nos tratan. No para ni un minuto. Creo que nunca la he visto quieta y la única vez que la vea será cuando le hagan una escultura. Ahí Mar estará quieta, pero entre tanto será como el mar: una ola tras otra golpeando constantemente, moviéndose con la marea.
Los activistas de verdad tienen el móvil atestado de mensajes, el teléfono echando humo, el avión y el tren como aliados, las leyes bien conocidas y la voz rota. Sí, rota. He visto la voz de Mar rota por la rabia, por la indignación, por la furia, pero también por las lágrimas de agradecimiento o simplemente de energía ante una alegría. Y es que Mar se ha llevado alguna alegría como conseguir la ley que nos da libertad en Andalucía de vivir mucho mejor que en el resto de comunidades. Si bien, esa ley del 2014 no se cumple en el resto de España y quedan quizás algunos meses para que podamos decir con alivio: Mar, ya se votó y salió... ¡Ley Trans Estatal para todxs en España!
De momento se ha llevado esta semana dos grandes alegrías. La primera ha sido el éxito de las III Jornadas Trans en Andalucía, la cual ha sido un nuevo referente de empoderamiento y buen hacer, y la segunda este magnífico premio por su trayectoria que es el García Caparrós.
He de decir que no es la única premiada que admiro, sino que también está Caballero Bonald a quien admiro como escritor. No obstante, estamos hablando de "la jefa", "la todopoderosa Mar" o simplemente "Mar" como a veces la llamamos por WhatsApp cuando tenemos problemas. Sin embargo, hay que ser agradecido y no estar sólo cuando nos ahogamos en un vaso de agua, pues a veces es un vaso de agua e incluso un charco, sino para todo. Yo voy a estar ahí con la delegación en Cádiz de ATA uniendo a más chicos, buscando a chicos y chicas de debajo de las piedras, para que sumen y puedan convertirse en gente empoderada y no como otros que se envuelven en banderas, igual que bocadillos en papel de plata, sin saber lo mucho que duelen los colores y el sufrimiento que hay tras la palabra "TRANS".
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