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No era "La Veneno", era "La Cura".



Ordinaria, pueril, de clase baja, violenta, plástica, vulgar, monstruo, travesti, indigna, puta, zafia, egocéntrica, recauchutada, grosera, descarada, rabanera, zorra, buscona, narcisista, pesetera, hortera, mala... Todo esto y mucho más son los mensajes llenos de odio que llovían sobre una mujer que sufrió en sus carnes el dolor de ser humillada públicamente, pero también en privado. Una mujer que cumple un año lejos de este mundo y que pisó con garbo los plató de televisión así como los tabloides de la prensa más sensacionalista.

Nació cuando Franco aún gobernaba este país, el cual sigue teniéndolo muy vivo y presente como si aún no fuese un cadáver decrépito, y tuvo que ser condenada por la sociedad, la misma que aún todavía no se quita los estigmas y criterios de lo “normal” y lo “monstruoso”, por ser quien era sin tapujos porque deseaba que su alma fuese libre.

Fue en los 90's cuando comenzó a vestirse como lo que era: una mujer. Una mujer binaria, sin deseos de tapar su ansia de buscar en la ropa y cosméticos lo que a ella le gustaba y era verse bien, gustarse y disfrutar del reflejo que tenía frente a frente. Porque todos deseamos vernos reencarnados en aquellos que codiciamos y no en lo que la sociedad estipula. En 1991 se fue a Madrid a vivir y unos meses más tarde mostró al mundo quien era llamándose Cristina, el nombre que debió tener desde un principio, aunque comenzó a ser conocida como “La Veneno” después de sus intervenciones públicas en distintos programas de televisión. Pero antes de ese revuelo mediático ella ejerció como puta, como chica de la calle, o como deseen decirlo de forma recatada... Ella tuvo que soportar las vejaciones de muchos hombres, así como el placer de conocer a gente digna que poco a poco fue muriendo por SIDA. Algunas de sus amigas fueron a la tumba y ella siguió hacia delante luchando por ser quien era.

Era una de esas mujeres que intentaban todo, le saliese bien o mal, y decidió incluso ser cantante aunque acabó más bien siendo vedette, show-woman e incluso modelo. Conoció a artistas internacionales y comenzó a tener fama dentro y fuera de este pútrido país de pandereta.

A punto estuvo incluso de tener una película sobre su vida, pero no pudo ser. Aún así colaboró en dos películas “El secreto de la Veneno” y “La venganza de la Veneno” que fueron dirigidas por Anton Frames.


Si bien, su vida volvió a tener un apagón cuando se la condenó a prisión por estar envuelta en la estafa a un seguro de piso. Esos tres años hicieron que engordara y se dejase llevar por la miseria. Aún así sacó fuerzas y volvió a ahorrar, luchar y demostrar quien era hasta que su última pareja, por aquel momento, se marchó con todos sus ahorros dejándola de nuevo en la ruina. Eso fue por el 2013, pero no le impidió intentar sacar sus memorias y renovarse para aparecer más viva, más fiera y más hermosa que nunca en los plató de televisión. Porque cuando tienes deseos de vivir haces cualquier cosa por aferrarte a la vida, sobre todo cuando tienes grandes cosas que contar y que harán destrozos en la sociedad. Cristina, nuestra Veneno, quiso inyectar a todos un poco de la luz de su historia con “¡Digo! Ni puta, ni santa, las memorias de La Veneno”y meses después alguien le dio una brutal paliza apagando por siempre ese foco de estrella, esa luz maravillosa, ese don de decir “Aquí estoy yo y no me vas a pisar.” Sin embargo, la pisaron y al parecer nadie quiere saber la verdad, o al menos su familia parece haber querido echar tierra sobre el asunto a salvedad de su hermana que intenta porque el caso se abra y no se de carpetazo.

Para mí es un claro ejemplo de no dejarse pisotear ni menospreciar. Tal vez su lenguaje no te guste, tal vez no apruebes que se lanzase a ganarse la vida en la calle, pero no puedes negar que tenía fuerza para luchar contra todos los obstáculos que aparecieron sin pensárselo siquiera una vez. 

No era "La Veneno" era "La Cura" para muchos y muchas que no se atrevían a poner voz a su sufrimiento, a lo que callaban para aparentar, y que les hizo afrontar quienes eran y tener una voz como referente.  

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