Como vienen siendo habitual el Día
contra la Violencia de Género termina siendo sólo contra las
víctimas cisgénero ignorando al colectivo transexual, aunque
también hacen oídos sordos y ojos ciegos a las que mueren a manos
de proxenetas porque las putas, esas mujeres de oficio difícil y a
veces vinculado a mafias, no se contabilizan. Quedan atrás muchas
personas que sufren día a día la injusticia de ser parte de una
cifra anulada, metida en un cajón, y que envenena poco a poco el
alma de los familiares y cercanxs a la víctima. Mueren a manos de
sus parejas y de cualquier imbécil que se crea superior. Las
víctimas caen en una red de mentiras, estafas, golpes, injurias y
aún así se les niega el apelativo de víctimas porque no son
cisgénero, heterosexuales y no encabezan titulares. Ese es la
política de foto, pancarta y aplausos. La “mayoría” no es tan
“mayoría” porque si hacemos caso a las cifras estas se vuelven
exorbitantes al incluir a mujeres transgénero y transexuales.
Si bien, municipios como Zaragoza,
entre otras localidades y comunidades autónomas, sólo se golpean el
pecho hacia las cifras de las mujeres cisgéneros en sus municipios o
ciudades. Víctimas que tampoco han sido protegidas porque la ley que
existe es insuficiente debido a que las medidas, o el aporte
económico para protegerlas, es mínimo debido a los recortes o la
falta de conciencia. Poco o nada se hace para educar a la sociedad,
informar y comprometerse realmente contra estos delitos. Todo se
queda en nada.
Si algo he aprendido estos años de
vida que tengo, desde que poseo conciencia despierta, es que hay
muchos tipos de violencia y muchos tipos de personas que lo sufren.
La violencia es un germen que va vinculado con la sociedad desde
tiempos primigenios, pero estamos en una sociedad que se llama
avanzada y pacífica. Si bien, todavía se ve normal ciertos abusos,
comportamientos, roles de género o simplemente anulación de la
palabra “víctima” hacia alguien cuyos genitales son distintos a
lo que ellos entienden por “habituales” o “comunes”.
Desde hace meses he pensado que el
documental “Mujeres” debería ser visto a nivel nacional para
informar a toda la sociedad de algo que está ocurriendo, que ocurre
desde siempre, y que se anula. Había oído sólo cosas buenas de
estos minutos, que se me hicieron breves pero intensos en mi butaca
de proyecciones el jueves día 23 de Noviembre, pero desde que lo vi
no puedo olvidar los testimonios, sus ojos llenos de amargura o
esperanza... ¿Acaso no sería algo importante? La sociedad debe
desestructurarse para hacerse nueva. Las personas trans, sobre todo
las mujeres trans, necesitan apoyo y ser catalogadas de víctimas
iguales que las mujeres cisgéneros en estos casos.
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