Ser transexual es iniciar un camino
lleno de trabas desde el momento del nacimiento. Muy pocos son
capaces de vislumbrar lo difícil que puede llegar a ser. No sólo a
nivel social, sino también a nivel personal. Aceptarse,
comprenderse, relacionarse y fortalecerse ante las dudas, las quejas,
improperios y, en el peor de los casos, violaciones y golpes es en
ocasiones una maratón que no siempre se acaba. Muchos bajan los
brazos y deciden “aceptar” las imposiciones que la sociedad,
desde su falta de solidaridad e información, impone a los “raros”
y “diversos”. Otros, penosamente, terminan muertos a manos de sus
acosadores de forma directa o indirecta, pues el suicidio es un
asesinato social ya que nos llevan a ello arrojándonos su odio
visceral. La inmensa mayoría que sobrevive a esta criba, aunque más
bien malvive en muchos países debido a las condenas o falta de
igualdad en derechos, lo hace con una actitud de rabia y refuerzo que
los hace luchar contra viento y marea. A veces se hace de forma más
enérgica, pero otras se hace pausado y con miedo a nuevas
represalias.
Por eso mismo, porque cuando un
transexual acepta que toda su vida, desde su nacimiento hasta la
muerte, va a ser transexual y no hay escapatoria comprende que tiene
que luchar, esforzarse por destacar y visibilizarse para apoyar a los
compañeros y compañeras, tanto caídos como en marcha, para que
nadie quede en la sombra, olvido o simplemente un paso atrás. De ahí
el nombre del blog, pues el bushidō tiene este concepto con las
siguientes claves:
義 Gi
— Justicia (decisiones correctas)
勇 Yu
— Coraje.
仁 Jin
— Benevolencia.
礼 Rei
— Respeto, cortesía.
誠
Makoto — Honestidad, sinceridad absoluta.
名誉「名譽」Meiyo
— Honor.
忠義
Chuugi — Lealtad.
Un transexual a lo largo de su vida
debe tener coraje para encontrar justicia. Ser justos a veces es
complicado incluso para las personas cisgéneros, pero más para
nosotros. Hay quienes creen que son superiores porque han tenido un
camino más fácil o tal vez porque han sabido luchar mejor, pero en
realidad todos somos iguales aunque diversos. Por lo tanto hay que
levantar la espada y luchar al mismo son, aunque es difícil y a
veces pueda parecer demasiado duro. También hay que ser benevolente,
pero con aquellos que bajan los brazos para apoyarlos, recordarles lo
que es el respeto hacia sí mismos y la honestidad que tienen que
tener con sus almas. Si uno no es sincero consigo mismo no puede
serlo de cara a los demás. Mentirse no está bien y engañar a los
demás es algo que muchos hacen en algún momento de su vida, pues
desean “encajar” olvidando su honor, su lealtad y su respeto así
como el coraje y la justicia. El honor hay que restaurarlo, sobre
todo hacia aquellos que emprendieron el camino primero y están en
estos momentos mucho más golpeados. Y siempre, pero siempre, hay que
ser leal al colectivo porque somos hermanos y hermanas, estamos
unidos en esta lucha como he dicho y no se puede dejar que otros nos
humillen o venzan.
En estos tiempos modernos hay cada vez
más voces de hombres y mujeres transexuales, así como de familias
transexuales o con miembros transexuales. Cuando hablo de
transexuales englobo también a los transgéneros, pues para mí no
hay diferencia entre ellos y nosotros. Ni siquiera veo diferencia
entre alguien con hormonas o sin hormonas, pues como he dicho ambos
nacemos con esta pequeña cruz que hay que saber llevar con orgullo.
La vida nos da lecciones y nos pone a prueba, generando así en
nosotros un carácter. Digamos que tenemos la suerte de ser
transexuales porque nos hace ser más fuertes frente a problemas más
pequeños, en los cuales cualquier cisgénero se ahogaría y nosotros
sabemos nadar con soltura.
Por eso mismo, porque en estos tiempos
modernos hay más voces de guerra se ha recrudecido el conflicto de
la sociedad estática que intenta detener, o al menos hacer más
lento el progreso, leyes que nos devuelvan dignidad y restauren el
honor de los caídos y de nosotros mismos. Leyes que nos podrían a
la misma altura que los cisgéneros que tienen todos los beneficios y
se creen con el derecho de mirarnos por encima del hombro. Hay grupos
como Hazte Oír, el Frente de la Familia y otros “creyentes de la
creación divina” de distintas religiones, aunque inciden o
proliferan más las cristianas, que nos insultan, piden apedreamiento
y leyes que nos regresen al oscurantismo de un Medievo tardío.
Algunos tienen el concepto errado de
“respeto” y creen que podemos respetar la violencia de golpes,
humillaciones e incluso asesinatos “respetando su libertad de
expresión”. Eso no es libertad de expresión, es libertad de
agresión.
A los intolerantes no se les puede
tolerar más actos incívicos llenos de violencia debido a
desinformación y fobias. Hay un adoctrinamiento desde el nacimiento
y que prospera en las aulas con una biología errada, transfóbica y
perjudicial que les hace creer tener la razón. Es como si la
biología de los centros escolares estuviera al servicio de la
religión. La biología moderna descarta que sólo existan genitales
femeninos y masculinos, sino que hay distintas formas de genitalidad
y que todos nacen del mismo origen generando entonces un “vacío”.
Como he dicho anteriormente un pene será masculino si lo tiene un
hombre, femenino si lo tiene una mujer... como si no queremos darle
un sexo a estos y simplemente catalogarlo como objeto de placer.
Punto. Este adoctrinamiento engañoso, que los hace aferrarse por
comodidad y escasa información veraz o auténtica, les convierte en
comentaristas de primera mano en redes sociales donde se burlan,
abochornan e incluso amenazan de palizas a otros.
En mi caso he vivido diez años de
golpes en colegios e institutos, acoso en la universidad e institutos
reglados para grados de formación y en academias. Actualmente la
violencia verbal como escrita es mayor debido al acceso gradual de
toda la sociedad a redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter,
Tumblr, WhatsApp, Skype... Es fácil, es barato y es rápido
amenazar, juzgar o ningunear a otros. Si bien, las palizas siguen
existiendo. Hay cada vez más transfeminicidios que no engrosan la
lista de feminicidios habituales, ni salen en los grandes medios de
comunicación y tampoco se hace notar a la sociedad. Nos sepultan.
También hay muchos más suicidios, jóvenes con depresión aguda y
problemas de todo tipo debido a estos acosos.
Yo tengo demasiado orgullo, honor,
lealtad y respeto hacia mí mismo como hacia aquellos que lucharon
primero, así como los que vendrán después, como para bajar los
brazos y hacer un discurso buenista donde me declaro pacifista y
libertario apoyando a gente que me llama monstruo, enfermo mental o
mujer.
Aquí os dejo un ejemplo de persona
“tolerante” que pide “tolerancia” hacia leyes injustas,
personas crueles, páginas llenas de odios, etc... Así como mi
respuesta y la respuesta que tuve por su parte. Observen “el
respeto” que tuvo hacia mí y hacia las mujeres, pues me tachó de
mujer (siendo él también transexual masculino) para “humillarme”
de forma machista y transfóbica tal y como la sociedad le ha
enseñado. Su discurso se cae y a mí, siendo él, se me caería la
cara de vergüenza. No se pudo tomar la captura donde se me amenaza
con una paliza de ser de México, lugar donde reside este hombre
transexual (por no decirle cobarde machista violento), pero sí
aparece la respuesta de mi pareja.
Comportamientos así sólo generan
polémica, rabia, indignación, división, odio, violencia y, sobre
todo, es como defecar sobre los derechos logrados con la lucha llena
de coraje de activistas que día a día se levantan con el deseo de
hacer mejor su vida y la vida de otros como él. Es decepcionante, bajo y pueril este comportamiento tan rastrero. Desde aquí denuncio su comportamiento aunque he pixelado su rostro y su nombre, no así el mío. Yo no soy cobarde. Yo no voy a negar quien soy y lo que digo.




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