Desde hace aproximadamente diez años he estado intentando hacer un hueco en mi día a día para luchar o intentar combatir las enormes injusticias que he encontrado, como enormes piedras y altos acantilados, en el desarrollo de las distintas plataformas (Facebook, Blogger, Google+. Twitter, Tumblr, etc) que se han ido ofreciendo en busca de la "libertad de expresión". Muchos abogan por este derecho para aplastar los derechos de otros, humillándolos o convirtiéndolos en meros hombres de paja para beneficiarse. La comunidad transexual se ha visto plagada de personas cisgéneros (aquellos que están conformes con el género y sexo que les dieron al nacer debido a los añejos estereotipos que se ofrecen aún hoy en día, a pesar de no ser válidos ya para una amplia parte de la comunidad científica) que se alzan entre la multitud para tomar un enorme megáfono, con afán de protagonismo y nada más, señalándose como luchadores de la igualdad, el respeto, la honorabilidad y el dolor de
¿Qué es la cultura de la cancelación? Hemos oído mucho en los últimos años estas cuatro palabras, la hemos leído en titulares de periódicos e incluso se ha difundido de boca en boca en las calles. Incluso ha sido empleada entre políticos y politólogos. ¿Pero qué se supone que es? Se supone que son grupos de personas que exigen que personalidades o eminencias de todo tipo sean “canceladas”, es decir, vetadas de la cultura, la ciencia, la política, etc. Los motivos, según estas personas canceladas, son simplemente “que no aceptan la libertad de expresión” o “intereses económicos” por parte de la oposición. Cancelar a alguien es casi imposible en un mundo como este. Principalmente porque el consumo, en este capitalismo de masas tan abusivo, es muy libre y nadie puede negarte consumir “X” producto. No se ha cancelado la venta de cigarrillos, el cual es una droga que causa estragos en el sistema sanitario y llena los campos santos, ¿cómo se va a cancelar el escuchar un programa de rad